Diego Villalobos: la revolución silenciosa en la natación artística mexicana
En 1982, Mercedes Sosa inmortalizó “La Maza”, canción escrita por Silvio Rodríguez como grito de resistencia, identidad y esperanza. Más de cuatro décadas después, ese mismo canto cruzó el océano Pacífico para acompañar a un joven mexicano, Diego Villalobos, en una de las gestas más simbólicas del deporte acuático: ganar una medalla mundial como solista en natación artística, una disciplina históricamente dominada por mujeres.
El salto de los clavados al arte acuático
Diego Villalobos, originario de Jalisco y con apenas 20 años, comenzó su carrera en los clavados. Su destino, sin embargo, estaba en la sincronía del arte acuático. En solo cinco años, pasó de ser un novato cuestionado por su decisión, a convertirse en el primer varón en integrar la selección nacional de natación artística en competencias internacionales.
Un podio con historia, una rutina con alma
En el Mundial de Natación celebrado en Singapur, Villalobos nadó al ritmo de “La Maza” en la modalidad de solo técnico y se colgó la medalla de bronce. El jurado le otorgó una calificación de 238.1600 puntos, detrás del ruso Aleksandr Maltev (oro) y el español Dennis González (plata).
“Estoy muy contento con este resultado… nadé con el corazón y disfruté cada momento”, escribió en redes sociales. No era para menos. Era su primera medalla mundial en categoría senior como solista. Una conquista tan artística como política.
La fuerza de una canción y el alma de un equipo
“La Maza” no fue una elección casual. Su letra, que cuestiona la identidad sin convicción y el arte sin propósito, reflejaba exactamente lo que Diego representa: lucha, pasión, ruptura de estereotipos. Pero también fue un tributo. A su entrenadora Ofelia Pedrero. A sus compañeras, “mis hermanas”, como él las llama. Y a Joel Benavides, pionero mexicano en la disciplina, recientemente retirado.
Más allá de la medalla: una transformación colectiva
La llegada de Villalobos a la selección no solo cambió rutinas y resultados. Cambió la dinámica del equipo. Según Joana Jiménez, también seleccionada nacional, su presencia ha traído una nueva visión: “A veces una se estresa tanto… y él me ha ayudado a entender que está bien relajarse un poco”.
Ese equilibrio, esa humanidad, también puntúan. En Singapur, Villalobos obtuvo 29.7500 en impresión artística, uno de los apartados más valorados por la WCH Arena.
Una carrera construida con perseverancia y coraje
Esta medalla es la cuarta en campeonatos mundiales para Villalobos. En Fukuoka 2023 ganó plata en dueto mixto libre. En Doha, en 2024, sumó dos bronces. En el circuito juvenil suma otras cuatro preseas (tres oros y una plata). Solo Paola Espinosa y Osmar Olvera han conseguido igual número de metales en eventos de este calibre.
La historia de Diego no es solo deportiva. Es narrativa, cultural, simbólica. En un país donde la natación artística aún lucha por reconocimiento y donde la inclusión de los varones es reciente, su medalla representa algo más que una victoria: es la validación de un cambio.
El nuevo rostro de la natación artística mexicana
Villalobos no se detiene. Aún le queda competir en la prueba de solo libre y en dueto mixto con Joana Jiménez el próximo 23 de julio. Su objetivo no es solo sumar medallas, sino construir un legado: demostrar que la belleza del arte en el agua no tiene género.


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