El Club América, el gigante mexicano, ha sellado un «triplete» que nadie deseaba: sin Concachampions, sin Liga y sin Mundial de Clubes. La pregunta que resuena en Coapa es clara: ¿quién es el verdadero culpable de este naufragio?

El «Triplete» de la Humillación: Un Semestre para el Olvido

El Club América, una de las instituciones más grandes y exigentes del fútbol mexicano, ha culminado la primera mitad de 2025 con un rotundo fracaso deportivo. El equipo no logró alzarse con el título de la Concachampions, ni con la Liga MX, y, para colmo de males, tampoco consiguió la clasificación para el Mundial de Clubes.

Para un club con la historia, la afición masiva y la inversión económica del América, no conseguir ningún título en un semestre es considerado un desastre mayúsculo. La expectativa en Coapa siempre es la de ser campeón, y este resultado es una bofetada directa a las aspiraciones de la afición y a la planificación de la directiva. La magnitud de esta decepción es tal que ha generado un intenso debate público sobre las causas de este naufragio.

La Caída Libre: Un Recorrido por las Derrotas Clave

La «caída libre» del Club América se construyó a través de una serie de derrotas clave en momentos decisivos. Primero, el equipo fue eliminado de la Concachampions por su acérrimo rival, Cruz Azul, en los cuartos de final. Esta derrota no solo significó la pérdida de un título internacional, sino también un golpe moral importante.

Posteriormente, la semana previa a la debacle del Mundial de Clubes, el equipo de André Jardine fue derrotado por Toluca en la Liga MX, truncando su ambición de conseguir un cuarto campeonato de liga consecutivo.

La estocada final llegó con la derrota por 2-1 en tiempo extra contra LAFC en Los Ángeles, California, lo que les impidió clasificar al Mundial de Clubes. Este partido, que representaba su última oportunidad de salvar el semestre, se fue a tiempo extra tras un empate 2-2 en el tiempo reglamentario. A pesar de haber tomado la delantera con un gol de Brian Rodríguez, el América no pudo mantener la ventaja, y Denis Bouanga selló la victoria para LAFC en el minuto 115.

La derrota en un partido de «todo o nada» por el Mundial de Clubes fue el golpe más demoledor, completando un «triplete» de fracasos que sumió al club en una profunda crisis.

La Culpa Compartida: ¿Jardine o la Plantilla Millonaria?

La discusión pública, ampliamente difundida en programas deportivos como MVS Deportes, se centra en determinar si la responsabilidad de este fracaso recae en el entrenador, André Jardine, o en la costosa plantilla de jugadores. Jardine ha admitido que el equipo «necesita descansar» y que «algo falta» para alcanzar los objetivos.

Sin embargo, una plantilla de la magnitud, el coste y la calidad individual del América no debería exhibir un rendimiento tan inconsistente. La experiencia en otras ligas, como la NBA, ha demostrado que la era de los «súper equipos» con estrellas individuales no garantiza el éxito, y que la cohesión, la estrategia y la mentalidad colectiva son, en muchos casos, más importantes que la suma de talentos.

El problema del América parece ir más allá de un solo individuo, señalando una desconexión fundamental entre el cuerpo técnico y los jugadores. ¿Las tácticas de Jardine no lograron calar en el grupo, o los jugadores no tuvieron la mentalidad ganadora y la resiliencia necesarias en los momentos clave?

La declaración de Jonathan dos Santos («La mayoría de México quiere que perdamos») revela una inmensa presión externa, pero también podría interpretarse como una posible victimización interna que desvía la atención de las responsabilidades propias. Este fracaso no es solo un tropiezo deportivo; es un síntoma de una disfunción más profunda que ha impedido que el talento individual se traduzca en éxito colectivo.

El Costo de la Inversión Fallida y la Crisis de Identidad

El «triplete» de fracasos del Club América representa una enorme pérdida de retorno de inversión para la directiva. El club, que invierte grandes sumas en la contratación de jugadores de renombre y en el cuerpo técnico, no ha obtenido los resultados esperados, lo que se traduce en un golpe financiero significativo.

Más allá de lo económico, para una institución que se jacta de su grandeza y de ser el «más grande» de México, la falta de títulos y la incapacidad de clasificar a torneos clave como el Mundial de Clubes generan una profunda crisis de identidad. La afición, que es la que contribuye al alto CPM y sostiene financieramente al club, exige resultados y no excusas.

La directiva del América se enfrenta ahora a decisiones difíciles y de alto impacto. ¿Se le otorga a Jardine una nueva oportunidad con la esperanza de que «encuentre lo que falta» y logre revertir la situación? ¿O se opta por una reestructuración profunda, señalando a los jugadores como los verdaderos culpables y buscando una depuración de la plantilla?

El fracaso no es solo una cuestión deportiva; es un golpe a la marca, al prestigio y a la economía del club, que exige una reestructuración profunda y un análisis sin concesiones. La «culpa» no es solo un debate para los medios, sino la justificación para los cambios drásticos que se avecinan en Coapa.

«El América no solo perdió títulos, perdió el alma. Y en este juicio, tanto el banquillo como el vestidor están en el punto de mira.»

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