México, al igual que otras naciones de América Latina, enfrenta un momento crítico en lo que respecta a su historia democrática. Según el índice de V-Dem, el país podría ser degradado próximamente a la categoría de autocracia electoral, debido al debilitamiento de instituciones clave como el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Poder Judicial. Este retroceso, conocido como «democracia en reversa», pone en jaque los avances logrados durante décadas de transición democrática.
¿Qué es la “democracia en reversa”?
La democracia en reversa describe el proceso mediante el cual un país que alguna vez fue democrático pierde progresivamente sus características esenciales, convirtiéndose en un régimen híbrido o autocrático. Este fenómeno sigue patrones claros:
- Promesas incumplidas: Los gobiernos democráticos no logran responder a las necesidades de la ciudadanía.
- Desafección ciudadana: La población confunde los errores gubernamentales con fallas del sistema democrático.
- Preferencia por el autoritarismo: Crece la idea de que un gobierno fuerte puede resolver problemas rápidamente.
- Ascenso del populismo: Líderes autoritarios ofrecen soluciones milagrosas a cambio de concentrar el poder.
- Redefinición del sistema: Se desmantelan instituciones democráticas bajo la narrativa de construir un régimen “más democrático”.
Debes de saber que las cinco condiciones están presentes en México, lo que ha facilitado el avance de un modelo autocrático disfrazado de democracia.
México y su débil transición democrática
Aunque es bien sabido que México transitó hacia la democracia en los años 90, este proceso fue incompleto. Varias zonas de la vida nacional quedaron al margen del cambio, permitiendo que el populismo autoritario encontrara terreno fértil.
- Desigualdad social: Como lo señaló John Stuart Mill, una democracia no puede sobrevivir en sociedades con alta desigualdad y bajo nivel educativo. En México, las políticas de austeridad extrema y el debilitamiento del Estado como mediador distributivo profundizaron estas brechas.
- Desinformación y cultura democrática: Las élites no transformaron los sistemas educativo ni de comunicación social, dejando estos espacios en manos de sindicatos magisteriales y oligopolios mediáticos, que perpetuaron la narrativa autoritaria.
- Corrupción e impunidad: El poder político se mantuvo como un espectáculo de corrupción, despotismo e impunidad. La ciudadanía, al no encontrar alternativas viables, se volcó hacia un modelo autocrático prometedor.
La “marea rosa”: ¿una reacción tardía?
El auge de “la marea rosa”, la cual ha sido representada por las manifestaciones en defensa del INE, llegó demasiado tarde y por ende no pudo contrarrestar el desmantelamiento institucional. Esta falta de reacción temprana evidencia dos problemas fundamentales:
- Ciudadanía pasiva: La participación ciudadana activa y alerta estuvo ausente durante los momentos críticos del desmantelamiento democrático.
- Oposición desarticulada: La incapacidad de las fuerzas opositoras para ofrecer un proyecto alternativo sólido permitió que el populismo autoritario se consolidara.
¿Qué significa “más y mejor democracia”?
Cualquier intento por recuperar el sistema democrático en México debe reconocer las fallas que llevaron al ascenso del autoritarismo. La solución no está en reducir los espacios democráticos, sino en fortalecerlos:
- Reducir la desigualdad: Implementar políticas redistributivas que garanticen salarios dignos y acceso equitativo a la educación.
- Promover una ciudadanía informada: Reformar los sistemas educativo y mediático para fomentar una cultura democrática sólida.
- Fortalecer las instituciones: Garantizar la independencia y eficacia de organismos como el INE y el Poder Judicial.
- Recuperar la confianza ciudadana: Los partidos y movimientos democráticos deben construir proyectos incluyentes y viables, alejados del clientelismo y la corrupción.
Un llamado a la acción democrática
México está en una encrucijada histórica. El retroceso democrático no es inevitable, pero revertirlo requiere compromiso, autocrítica y acciones concretas tanto de las élites políticas como de la ciudadanía.
La democracia no es un sistema perfecto, pero sigue siendo el único camino viable para construir sociedades equitativas, justas y libres. Si México quiere evitar caer completamente en la autocracia, deberá apostar por “más y mejor democracia” como el eje central de su transformación.
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