Un encuentro con aroma a desafío
En el Gran Salón del Pueblo de Beijing, bajo un ambiente de solemnidad y calculada simbología, el presidente de China, Xi Jinping, reunió a dos figuras que marcan el pulso de las tensiones globales: Vladimir Putin y Kim Jong Un. El encuentro fue mucho más que un gesto diplomático; fue la escenificación de un frente común de países que comparten algo en común: el rechazo de Occidente.
La amistad según Putin
El mandatario ruso no dudó en elogiar lo que llamó “relaciones sin precedentes” con China y agradeció a su “querido amigo” Xi por la hospitalidad. Sus palabras resuenan en un momento en que Moscú enfrenta sanciones y aislamiento internacional por la guerra en Ucrania, que ya supera los tres años y medio.
El arribo del tren blindado de Kim
Mientras tanto, el tren especial blindado de Kim Jong Un avanzaba hacia Beijing, recordando las imágenes de la Guerra Fría, cuando los líderes comunistas viajaban en secreto para consolidar alianzas. La presencia del líder norcoreano simboliza la intención de mostrar un frente cohesionado, no solo en lo político, sino también en lo militar.
El «Eje de la agitación»
Analistas occidentales han bautizado este bloque como el “Eje de la agitación”, un término que refleja la inquietud que genera en Washington y en las capitales europeas. La posible consolidación de pactos de defensa entre Rusia, China y Corea del Norte podría modificar el balance estratégico en Asia-Pacífico. Además, la prevista participación del líder iraní en el desfile militar de China refuerza la idea de un bloque más amplio de regímenes autoritarios.
Trump, la pieza incómoda en la ecuación
Las políticas aislacionistas de Donald Trump, que han tensado las alianzas de Washington, se convierten en el telón de fondo de esta cumbre. El propio Xi, en un discurso previo, lanzó una advertencia contra el “hegemonismo y la política de poder”, en clara alusión a Estados Unidos. Aunque Trump ha presumido de sus vínculos con Putin, Xi y Kim, la realidad de este bloque parece restarle protagonismo en la escena global.
India en el tablero
No todo fue sobre Rusia y Corea del Norte. Xi también se reunió con Narendra Modi, primer ministro de India, país criticado por Washington por sus compras de petróleo ruso. Este acercamiento evidencia que Beijing busca sumar aliados estratégicos para contrarrestar la presión occidental.
La mirada crítica de Estados Unidos
Desde la Casa Blanca, el tono fue de rechazo. Scott Bessent, secretario del Tesoro de Trump, calificó la cumbre como “performativa” y acusó a China e India de “malos actores” por sostener indirectamente la guerra rusa. Sin embargo, el simbolismo del encuentro y la posibilidad de pactos militares bilaterales o trilaterales convierten la reunión en un punto de inflexión en la geopolítica contemporánea.
Una señal para el futuro
Más allá de la pompa de los desfiles y los discursos, la reunión en Beijing envía un mensaje inequívoco: la consolidación de un bloque alternativo al orden occidental. Una narrativa que combina diplomacia, defensa y estrategia económica, con la mirada puesta en una región Asia-Pacífico que puede redefinir el equilibrio global en los próximos años.
