El gobierno de China ha lanzado una nueva advertencia en el marco de la guerra comercial con Estados Unidos, señalando que el proteccionismo rampante de Washington está afectando de manera directa la cooperación agrícola bilateral. Durante un discurso en un foro de la industria de la soya en Washington, el embajador chino, Xie Feng, subrayó que los agricultores no deben convertirse en víctimas de las disputas políticas y arancelarias entre ambos países.

El impacto del proteccionismo en la agricultura

Xie Feng destacó que las medidas arancelarias impulsadas desde Estados Unidos han colocado a los agricultores en una posición vulnerable. Según el diplomático, las políticas restrictivas están “arrojando una sombra sobre la cooperación agrícola China-Estados Unidos”, un sector que históricamente ha sido uno de los pilares más estables de la relación comercial entre ambas potencias.

La agricultura, en particular la producción de soya, ha sido uno de los sectores más golpeados por la escalada de aranceles. China, el mayor comprador mundial de granos y oleaginosas, redujo drásticamente sus importaciones desde Estados Unidos, afectando directamente a miles de productores en estados agrícolas clave.

La guerra de aranceles y sus consecuencias

El conflicto comercial no es nuevo. Se remonta a la administración de Donald Trump, que aplicó aranceles generalizados a los productos chinos, lo que llevó a Pekín a responder con medidas similares. En marzo, China impuso gravámenes de hasta el 15% sobre productos agrícolas y alimentarios estadounidenses valorados en 21 mil millones de dólares, lo que generó un duro golpe a las exportaciones del sector.

Si bien ambos países acordaron extender recientemente una tregua de 90 días para evitar aranceles aún más altos, el impacto ya se ha hecho sentir. Según cifras compartidas por Xie, las exportaciones agrícolas estadounidenses a China cayeron 53% en la primera mitad de 2024, con una caída del 51% en las ventas de soya en comparación con el mismo periodo del año anterior.

El costo para los agricultores estadounidenses

El embajador chino insistió en que los agricultores no deben ser quienes paguen el precio de una guerra que se libra en el terreno político y económico. “Los agricultores estadounidenses, al igual que sus homólogos chinos, son trabajadores y humildes. La agricultura no debe ser secuestrada por la política”, afirmó Xie.

En estados del Medio Oeste estadounidense, donde la exportación de soya representa una fuente vital de ingresos, la reducción de ventas a China ha generado preocupación entre agricultores, cooperativas y gobiernos locales. Para muchos de ellos, la disputa comercial amenaza la estabilidad de comunidades enteras cuya economía depende de los mercados internacionales.

Agricultura como espacio de cooperación

A pesar de las tensiones, Xie Feng remarcó que la agricultura debería verse como un área de cooperación prometedora y no como un terreno de confrontación. Según explicó, China cuenta con ventajas comparativas en productos intensivos en mano de obra, mientras que Estados Unidos sobresale en la producción mecanizada a gran escala de commodities agrícolas.

Esa complementariedad, en teoría, permitiría que ambas naciones se beneficien de un comercio agrícola abierto y sin restricciones, contribuyendo a la seguridad alimentaria global. Sin embargo, las medidas proteccionistas y la desconfianza política siguen siendo obstáculos significativos.

Nuevas restricciones desde Washington

El debate agrícola también se ha visto influido por cuestiones de seguridad nacional. La secretaria de Agricultura de Estados Unidos, Brooke Rollins, anunció el mes pasado que el gobierno pondrá freno a la compra de tierras agrícolas por parte de “adversarios extranjeros”, entre ellos China.

Si bien esta medida busca evitar que compañías extranjeras adquieran influencia sobre recursos estratégicos, ha sido interpretada en Pekín como una señal más de desconfianza y como un intento de restringir el margen de cooperación en un sector clave.

El futuro de la relación agrícola entre China y Estados Unidos

La disputa comercial entre las dos mayores economías del mundo parece lejos de resolverse por completo. Si bien existen espacios de negociación y treguas temporales, el proteccionismo y las medidas de represalia continúan afectando a los productores agrícolas, que se convierten en los principales damnificados.

Para China, la agricultura sigue siendo un pilar en la relación bilateral, y su gobierno insiste en que el diálogo es la única vía para evitar que los trabajadores del campo carguen con los costos de la confrontación. Para Estados Unidos, en cambio, el desafío es equilibrar sus políticas de seguridad nacional con la necesidad de mantener abiertos mercados internacionales para sus exportadores.

El proteccionismo agrícola se ha convertido en un nuevo frente de tensión entre China y Estados Unidos, con repercusiones directas en los agricultores y en la estabilidad de los mercados globales. Mientras Pekín aboga por separar la política de la producción agrícola, Washington refuerza medidas de control y protección. El desenlace de esta disputa marcará no solo el futuro del comercio bilateral, sino también el equilibrio del mercado agrícola internacional en los próximos años.