La historia reciente de Asia-Pacífico está marcada por tensiones, advertencias y momentos de quiebre. Pero pocas veces un episodio ha encendido tantas alarmas como las posibles represalias económicas de China contra Japón luego de las declaraciones de la primera ministra Sanae Takaichi sobre Taiwán.
Todo comenzó con una frase que resonó en Tokio como un desafío, en Beijing como una provocación, y en el resto del mundo como un presagio: un ataque chino a Taiwán, dijo Takaichi, podría convertirse en una “amenaza existencial” para Japón.
Represalias económicas: Un conflicto que vuelve personales las tensiones diplomáticas
Lo curioso —y preocupante— de este episodio es que apenas semanas antes Takaichi y Xi Jinping habían cruzado sonrisas diplomáticas en APEC. Analistas destacaban que la relación, históricamente tirante, parecía tomar un respiro.
Pero en política exterior, un respiro dura lo mismo que un comentario desafortunado.
Y el comentario llegó.
Desde la cuenta vinculada a la televisión estatal china, Yuyuantantian, Beijing advirtió que había preparado “represalias sustantivas”. El comunicado no solo fue duro: fue explícito. Mencionó sanciones, suspensión de relaciones, restricciones comerciales y hasta congelar intercambios militares.
Tokio entendió que no se trataba de una amenaza vacía.
La experiencia previa de 2012 —cuando un boicot chino a productos japoneses desplomó el turismo y el comercio bilateral— aún no se olvida. Empresas, mercados y sectores completos comenzaron a sentir la sombra del déjà vu.
El turismo, la primera víctima en la línea de fuego
Si hay un rubro vulnerable ante un choque bilateral, es el turismo.
China representa casi una cuarta parte del total de visitantes que llegan a Japón cada año. Y Beijing ya activó la misma palanca que utilizó contra Corea del Sur en 2017: advertencias de viaje y restricciones tácitas.
El efecto fue inmediato. Acciones como las de Shiseido cayeron hasta 9%. Hong Kong actualizó su alerta de viaje. Hoteleros y aerolíneas comenzaron a ajustar proyecciones.
Y aunque todavía no se materializan cancelaciones masivas, el guion ya está escrito: si China quiere presionar, puede hacerlo.
A mitad de este conflicto, volvió a aparecer la represalias económicas de China, esta vez en boca de analistas que recuerdan cómo esta herramienta ha sido utilizada antes: desde el caso THAAD con Corea del Sur hasta las tensiones por las islas Senkaku.
La geografía que complica a Japón
Japón teme un conflicto por Taiwán no por especulación, sino por cercanía física:
Yonaguni, la isla japonesa más cercana, está a solo 100 km de la costa taiwanesa.
Para Tokio, un ataque a Taiwán no es un asunto regional: es un asunto doméstico.
De ahí la explosividad de las declaraciones de Takaichi.
De ahí también la reacción china.
Las autoridades japonesas intentan ahora sofocar el incendio enviando diplomáticos y esperando un encuentro bilateral en el G20. Pero Beijing ya comunicó que “no hay planes”.
Silencio que en diplomacia significa mucho más que palabras.
Un futuro económico incierto para Tokio
El impacto estimado por Nomura Research Institute es contundente: hasta 2,2 billones de yenes perdidos, equivalentes al 0,36% del PIB japonés, si la presión china escala al nivel de 2012.
Sectores vulnerables:
- turismo
- retail y lujo
- inmobiliario
- aerolíneas
- empresas tecnológicas que dependen de materiales chinos
Y en paralelo, la opinión pública japonesa está dividida. Casi la mitad apoya asistir a Taiwán en un escenario militar, mientras la otra mitad rechaza cualquier participación.
Takaichi enfrenta así su primera gran prueba como primera ministra: navegar entre las preocupaciones internas y las amenazas externas.

Un cierre cargado de interrogantes
Mientras buques chinos cruzan aguas disputadas y el gobierno japonés intenta medir cada palabra, el panorama es claro: la región está entrando en un ciclo donde la economía se convierte en arma diplomática.
Y en ese tablero, las represalias económicas de China serán determinantes para entender no solo el presente, sino el futuro del equilibrio Asia-Pacífico.