Jornada laboral de 40 horas volvió al centro del debate público luego de que activistas y colectivos laborales advirtieran que la reciente iniciativa de reforma no representa un avance real para la clase trabajadora, sino un retroceso en derechos laborales. Aunque la propuesta promete reducir la semana laboral de 48 a 40 horas, organizaciones como el Frente Nacional por las 40 horas aseguran que el contenido del proyecto contradice ese objetivo y podría precarizar aún más las condiciones de trabajo en México.

Desde el inicio, los activistas señalaron que la iniciativa presentada al Senado mantiene esquemas que favorecen a los empleadores y omite uno de los puntos clave de la lucha histórica: dos días de descanso obligatorios sin reducción salarial. A su juicio, esto vacía de sentido la reforma y perpetúa jornadas extensas bajo un nuevo marco legal.
Falta de dos días de descanso obligatorio
Uno de los principales señalamientos del Frente Nacional por las 40 horas es que la reforma conserva el modelo tradicional de un día de descanso por cada seis días laborados, lo cual contradice el espíritu de una verdadera semana laboral de 40 horas. El texto de la iniciativa establece que las personas trabajadoras deberán gozar “por lo menos de un día de descanso con goce de salario íntegro”, sin reconocer un segundo día obligatorio.
Para los activistas, esta omisión no es menor. Consideran que sin dos días consecutivos de descanso, la reducción de horas se convierte en un ajuste superficial que no mejora la calidad de vida ni el equilibrio entre trabajo y descanso. Además, advierten que México seguiría rezagado frente a estándares internacionales en materia de derechos laborales.
Legalización de jornadas extensas y horas extra
Otro punto crítico es que la reforma, según los colectivos, normaliza jornadas de hasta 12 horas diarias y amplía el margen para el uso de horas extra. Bajo el nuevo esquema, los patrones podrían exigir largas jornadas concentradas en menos días, sin que ello represente una mejora salarial proporcional.
Los activistas alertan que esta dinámica permitiría jornadas acumuladas de hasta 16 horas extra, afectando la salud física y mental de los trabajadores. Lejos de reducir el desgaste laboral, la reforma abriría la puerta a esquemas más intensivos, especialmente en sectores con menor capacidad de negociación colectiva.
Cambios en el pago de horas extra
Uno de los señalamientos más delicados se relaciona con el pago de las horas extra. Actualmente, la legislación establece que después de la tercera hora extra diaria, estas deben pagarse al triple. Sin embargo, la iniciativa propone que el pago triple se aplique hasta después de la cuarta hora extra diaria o la doceava hora semanal.
Para el Frente Nacional por las 40 horas, esto constituye un recorte salarial encubierto, ya que permitiría a los empleadores pagar más horas al doble en lugar de al triple. En la práctica, un patrón podría exigir hasta 12 horas de trabajo en varios días de la semana con un menor costo laboral, trasladando el impacto económico al trabajador.
Lenguaje legal que debilita la protección laboral
Los activistas también criticaron cambios en el lenguaje de la iniciativa. Señalan que la eliminación de la palabra “sanción” y la sustitución de la frase “a disposición del patrón” por “desarrollar actividades subordinadas” reduce la claridad de las obligaciones patronales.
A su juicio, estas modificaciones permiten interpretar que el tiempo en el que el trabajador permanece disponible, aunque no esté realizando tareas efectivas, podría dejar de considerarse tiempo laboral. Esto debilita la protección jurídica y facilita prácticas abusivas, especialmente en sectores con alta informalidad o subcontratación.
Violación al principio de progresividad
El Frente Nacional por las 40 horas insistió en que la propuesta viola el principio de progresividad y no regresividad del derecho laboral, establecido tanto en la Constitución como en tratados internacionales. En lugar de ampliar derechos, la reforma consolidaría prácticas que ya han sido cuestionadas por organismos laborales y defensores de derechos humanos.
Por ello, exigieron al Senado corregir la iniciativa y garantizar una reducción real de la jornada laboral, sin afectación salarial y con dos días de descanso obligatorios. De no hacerlo, advirtieron que la reforma podría sentar un precedente negativo para futuras modificaciones a la Ley Federal del Trabajo.
Movilización y presión social
Ante este panorama, los activistas anunciaron que retomarán las movilizaciones cuando inicie el periodo extraordinario de sesiones del Congreso. Consideran que la presión social será clave para evitar que la reforma se apruebe sin cambios sustanciales.
Para los colectivos, el debate sobre la jornada laboral de 40 horas no es solo técnico, sino profundamente social. Se trata de definir si el país avanza hacia un modelo de trabajo más humano o si consolida esquemas que priorizan la productividad sobre la dignidad laboral. El desenlace legislativo marcará un punto de inflexión para millones de trabajadores en México.