Han pasado ya algunos meses desde que Culiacán, Sinaloa se convirtió en el epicentro de una ola de violencia sin precedentes. Con narcobloqueos, balaceras, vehículos incendiados y vandalización masiva de cámaras de seguridad, la ciudad vive horas de terror.
Este nuevo episodio, lejos de ser aislado, marca un cambio de paradigma en la guerra interna del Cártel de Sinaloa, donde las facciones de Ismael «El Mayo» Zambada y Los Chapitos se enfrentan por el control del estado.
Un fin de semana sangriento
El saldo nacional del fin de semana fue aterrador: 236 asesinatos. En Sinaloa, los enfrentamientos alcanzaron su punto más crítico en Culiacán, dejando a los ciudadanos atrapados en un escenario de caos y miedo.
- Violencia desbordada: Narcobloqueos, enfrentamientos armados y vehículos incendiados paralizaron la ciudad.
- Vandalización masiva: En la madrugada del lunes, 65 cámaras de videovigilancia fueron destruidas en un operativo sincronizado que buscaba ocultar el movimiento de sicarios y vehículos.
- La guerra interna: Las milicias de Los Mayitos, leales a El Mayo Zambada, avanzaron hacia la capital del estado, buscando desplazar a Los Chapitos, hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán.
El contexto detrás de la violencia
Tras la captura de Joaquín «El Chapo» Guzmán y la fragmentación del Cártel de Sinaloa, El Mayo Zambada mantuvo el liderazgo, consolidando una estructura estable conocida como la «pax narca». Sin embargo, con la captura de Zambada en julio pasado, Los Chapitos intentaron aprovechar el vacío de poder, desatando una guerra interna por el control del territorio.
La estrategia fallida del gobierno federal
Las autoridades federales han desplegado más de 2,000 elementos del Ejército y la Guardia Nacional en Sinaloa. Sin embargo, su enfoque ha sido pasivo, limitándose a funciones de contención y disuasión.
¿Por qué no funciona?
- Falta de inteligencia: No han logrado anticipar ni prevenir los enfrentamientos.
- Estrategia de espera: Todo indica que el gobierno apuesta a que una de las facciones se imponga y restablezca la «pax narca».
- Desconfianza ciudadana: La población percibe que el gobierno ha claudicado ante el poder de los cárteles.
Las consecuencias para los ciudadanos
Para los habitantes de Culiacán, el costo humano y social de esta guerra interna es devastador:
- Inseguridad extrema: Las balaceras y narcobloqueos han impuesto un virtual toque de queda.
- Daño psicológico: El miedo y la incertidumbre son ahora parte del día a día.
- Pérdida de confianza: Muchos ciudadanos ven en el crimen organizado una opción «menos mala» que el vacío de autoridad estatal y federal.
¿Qué debe aprender el gobierno de Sheinbaum?
La presidenta Claudia Sheinbaum no mencionó los hechos de Culiacán en su última conferencia, optando por destacar su alta aprobación en encuestas. Sin embargo, ignorar esta crisis podría tener consecuencias graves:
- Distancia no es inmunidad: Aunque la Ciudad de México esté lejos, la violencia en Sinaloa tiene implicaciones nacionales.
- Relaciones humanas importan: El conflicto entre AMLO y El Mayo Zambada muestra cómo las relaciones personales pueden influir en la seguridad pública. Sheinbaum debe manejar con cuidado su relación con actores clave, incluido Donald Trump.
El riesgo de la claudicación
La estrategia pasiva del gobierno ante la violencia en Sinaloa no solo resulta peligrosa, sino que legitima el control del crimen organizado sobre ciudades enteras. La «pax narca», mencionada por algunos como un mal menor, no puede ser la solución.México enfrenta un momento crítico: o el Estado recupera su autoridad o seguirá cediendo terreno a los cárteles, con consecuencias impredecibles para la seguridad nacional.
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