El amanecer llegó con una mezcla de alivio y tensión. Tres días después de iniciado el bloqueo fronterizo en Chihuahua, los agricultores comenzaron a retirar sus tractores, abrir los accesos y liberar los puentes internacionales que habían mantenido paralizados desde el miércoles. Lo hicieron tal como lo pactaron con la Secretaría de Gobernación, pero el sentimiento que dejó el movimiento fue mucho más profundo que una simple reapertura vial.
Como en toda historia de lucha por la tierra y el agua, los protagonistas no son solo los productores: son familias completas, comunidades enteras que han visto durante décadas cómo el campo se vuelve un terreno de batalla política. Esta vez, el detonante fue la nueva Ley General de Aguas y las reformas a la Ley de Aguas Nacionales, aprobadas en un proceso apresurado que, según los inconformes, ignoró los acuerdos y propuestas en los que habían insistido por meses.
Los puentes se reabren, pero el conflicto persiste
El levantamiento del bloqueo ocurrió en puntos estratégicos: el cruce de Palomas, el de San Jerónimo-Santa Teresa y los puentes Córdova de las Américas, Zaragoza y Guadalupe-Tornillo, todos en Ciudad Juárez.
Solo una manifestación permanecía anoche, un bloqueo parcial en la carretera 45, tramo Delicias–Camargo, donde los agricultores dejaban pasar a vehículos particulares para evitar un caos total.
Pero mientras los puentes se abrían, el conflicto cambiaba de forma.
La regidora morenista María Dolores Adame denunció que un grupo de productores retuvo durante horas a simpatizantes de Claudia Sheinbaum que viajaban hacia un mitin en la Ciudad de México. Dos autobuses fueron detenidos desde las cuatro de la tarde hasta después de las diez de la noche, con 65 personas a bordo. La tensión política escaló rápido y con fuerza.
Historias desde la línea fronteriza: enfrentamientos, reclamos y fracturas internas
En el puente Zaragoza-Ysleta, el último en liberarse, la presión no vino del gobierno sino de decenas de transportistas que exigieron el paso para evitar pérdidas millonarias. Lo mismo ocurrió en la garita San Jerónimo-Santa Teresa, donde productores de la comunidad LeBarón tuvieron que ceder por tres horas ante la presión de transportistas.
Pero el momento más tenso surgió entre los propios agricultores.
Un video difundido en redes sociales muestra a un grupo de menonitas reclamando a sus vecinos que la protesta era ilegítima. Entre ellos, el operador de riego Juan Blatz lanzó acusaciones que encendieron la discusión: pozos irregulares, fraude en permisos, hipocresía religiosa.
Sus palabras resonaron como un eco incómodo que expuso fracturas internas dentro del movimiento agrícola.
A mitad de este artículo, volvemos a mencionar la palabra clave objetivo: bloqueo fronterizo en Chihuahua.
“Honramos la palabra”: el mensaje de quienes se retiraron
Aunque liberaron los puentes, los agricultores aclararon que esto no es el fin de su lucha.
“El movimiento sigue, porque la defensa del campo nunca va a terminar”, señalaron en un comunicado público.
Su retiro temporal fue presentado como un gesto de buena voluntad, pero también como un recordatorio de que, si la nueva Ley de Aguas avanza sin considerar sus demandas, volverán a las carreteras.
El conflicto se extiende: el Valle de Mexicali también se levanta
Mientras Chihuahua reabría sus cruces, en el norte del país nacía un nuevo frente.
Productores del Valle de Mexicali bloquearon la garita comercial entre Mexicali y Calexico en protesta por las mismas reformas legislativas.
Su caso es particular: dependen del agua del río Colorado, proveniente de Estados Unidos, distribuida bajo un tratado internacional administrado por la CILA.
“Nos tratan peor que a criminales. El agua y la tierra son nuestros derechos desde 1937”, reclamó Juan Carlos Fierro, líder del Distrito 014.
El cierre de esa garita implicó un golpe económico inmediato:
mil 800 unidades de carga cruzan diariamente por ese punto, según la Canacar.
Cada día sin operación significó pérdidas de hasta 100 millones de pesos, estimó el CCE mexicalense.
La tensión crece mientras el país debate la Ley de Aguas
Los agricultores de Mexicali no solo bloquearon: también denunciaron a legisladores como el diputado José Samaniego, a quien acusaron de traicionar los acuerdos pactados en las mesas de diálogo.
La frase que corearon durante la protesta —directa, cruda, visceral— refleja el hartazgo social ante decisiones que perciben desconectadas de la realidad rural.
El bloqueo fronterizo en Chihuahua terminó, pero las causas que lo originaron siguen vivas. El malestar por la nueva Ley de Aguas conectó a agricultores de distintos estados, mostró fracturas internas y dejó claro que no estamos ante un conflicto pasajero, sino ante una herida histórica que vuelve a abrirse.
Si el diálogo no prospera, si las reformas no se ajustan a las realidades del campo, es probable que México vuelva a ver carreteras cerradas, garitas bloqueadas y a miles de productores reclamando lo que consideran un derecho ancestral.
