Conocer la prueba de la moneda es fundamental para los conductores que buscan viajar seguros durante vacaciones o trayectos cotidianos. La revisión del desgaste de las llantas no solo evita accidentes, sino que también ayuda a detectar daños, ponchaduras o falta de adherencia antes de que representen un riesgo.
Aunque muchos automovilistas confían en la apariencia o el “sentir” del vehículo, la realidad es que existen métodos prácticos para determinar si un neumático debe reemplazarse de inmediato.
Uno de estos métodos es la prueba de la moneda, utilizada para verificar la profundidad de la banda de rodadura. También es importante conocer cuándo una ponchadura puede repararse y cuándo no, ya que no todas las averías son iguales. La combinación de ambos factores permite tomar decisiones acertadas que cuiden el vehículo y, sobre todo, a quienes viajan en él.
Prueba de la moneda para saber si una llanta debe cambiarse
La prueba de la moneda se ha convertido en una herramienta sencilla y accesible para evaluar el desgaste real de un neumático. Esta técnica consiste en introducir una moneda de un peso en la banda de rodadura. Si la parte plateada de la moneda queda visible, significa que el neumático ha perdido la profundidad mínima necesaria para mantener un agarre adecuado. En ese caso, es momento de cambiar las llantas sin demora.
La profundidad mínima aceptada es de 1.61 milímetros. Sin embargo, la mayoría de los expertos recomienda no esperar a que el desgaste sea tan extremo. Una llanta con baja profundidad pierde tracción, aumenta la distancia de frenado y tiene mayor probabilidad de resbalar en pavimento mojado. En situaciones de lluvia, este desgaste puede provocar hidroplaneo, uno de los accidentes más comunes entre vehículos que circulan con neumáticos viejos.
Aplicar de manera periódica la prueba de la moneda ayuda a mantener un monitoreo constante del estado de los neumáticos. Este método puede realizarse en casa y no requiere herramientas adicionales. Para obtener un resultado confiable, se recomienda comprobar varias zonas de la banda de rodadura, ya que el desgaste suele ser irregular dependiendo de la alineación o del tipo de conducción.
Reparar una llanta ponchada: cuándo sí y cuándo no
El desgaste medido con la prueba de la moneda es solo una parte del diagnóstico. En ocasiones, el problema se presenta por una ponchadura repentina. No todas las ponchaduras requieren reemplazo inmediato; algunas sí pueden repararse. La habilidad está en saber identificar los casos en los que la reparación es segura.
La Asociación de Fabricantes de Llantas señala que una llanta puede repararse cuando el daño se encuentra en la banda de rodadura. En esa zona, los materiales mantienen suficiente resistencia para soportar el parche sin comprometer la seguridad. Además, si la perforación es pequeña y no afectó capas internas, la reparación tendrá buenos resultados. Otra condición es que la llanta no esté excesivamente vieja o desgastada, ya que sus materiales han perdido elasticidad y resistencia.
Pero también existen situaciones en las que parchar ya no es viable. Cuando la ponchadura ocurre en los laterales o en los hombros, la llanta queda expuesta a tensiones que el parche no puede compensar. Esto podría generar una explosión al circular a alta velocidad. Usar una llanta parchada previamente también es desaconsejable, porque el neumático pierde estructura interna y capacidad de agarre. En casos donde la banda de rodadura ya esté por debajo de la medida recomendada, sustituir el neumático es la única opción segura.
Una llanta parchada correctamente puede durar entre siete y diez años, dependiendo del tipo de conducción, la presión de aire y las condiciones del camino. Sin embargo, es indispensable que el parche sea realizado por un especialista, ya que una reparación mal ejecutada podría ocasionar un accidente de gravedad.
El uso constante de la prueba de la moneda evita depender exclusivamente del aspecto visual. Algunos neumáticos aparentan estar en buen estado, pero ya no cumplen con la profundidad mínima que permite circular con seguridad.
A medida que un neumático se desgasta, pierde la capacidad de evacuar agua y mantener el agarre necesario para frenadas de emergencia. Aunque muchas personas ignoran los indicadores de desgaste, las cifras muestran que una parte importante de accidentes viales está relacionada con llantas viejas o en mal estado. Por eso es vital combinar inspecciones visuales, revisiones profesionales y el método de la moneda.
Un aspecto que muchos conductores olvidan es que la presión de aire influye directamente en el desgaste. Circular con una llanta desinflada ocasiona que las orillas se desgasten más rápido. Por el contrario, un neumático con demasiada presión se desgasta primero en el centro. En ambos casos, la prueba de la moneda detectará estas irregularidades, lo que permitirá corregir la alineación o el inflado.
La importancia de revisar las llantas no se limita a largas vacaciones o viajes por carretera. Incluso en trayectos cortos, una llanta desgastada puede comprometer la estabilidad del auto. El frenado, las curvas y los cambios de carril requieren un agarre firme. Y aunque muchos automovilistas revisan niveles de aceite o combustible, dejan de lado las llantas, que son el único punto de contacto entre el vehículo y el camino.
Otro factor importante es la fecha de fabricación. Incluso si la prueba de la moneda indica que la llanta tiene buena profundidad, los compuestos del caucho se deterioran con el tiempo. En promedio, un neumático no debería usarse más de seis años, aun si no presenta desgaste evidente. El caucho se reseca, pierde flexibilidad y se vuelve vulnerable a explosiones.
Antes de emprender un viaje largo, se recomienda realizar una inspección completa del estado de cada neumático. Verificar que no existan objetos incrustados, cortes, abultamientos o signos de deformación ayuda a evitar fallas abruptas en carretera. La prueba de la moneda es un excelente primer filtro, pero no sustituye la revisión profesional.
Cuando se detecta desgaste en uno o dos neumáticos, lo ideal es reemplazar ambos del mismo eje para mantener el equilibrio del vehículo. Un auto con llantas desiguales puede presentar vibraciones, pérdida de control o inestabilidad al frenar. Además, usar llantas en mal estado puede afectar otros componentes como la suspensión o la dirección.
Por último, la prevención siempre es la mejor herramienta. Realizar la prueba de la moneda una vez al mes permite mantener un registro constante del estado real de los neumáticos. Adoptar este hábito prolonga la vida útil del vehículo y reduce significativamente la posibilidad de sufrir un percance.
