La regulación de las criptomonedas en Estados Unidos ha entrado en una fase clave tras años de incertidumbre, marcado por una convergencia entre la exigencia de control y un giro legislativo más amigable hacia la industria. Las recientes señales desde Capitol Hill reflejan una apuesta por dar claridad legal, pero también abren interrogantes sobre protección al consumidor y concentración del poder en actores tradicionales.
1. Un entorno regulatorio fragmentado… con señales de orden
Durante años, las criptomonedas operaron bajo un mosaico de agencias: la SEC consideraba tokens como valores cuando cumplían con criterios de inversión; la CFTC se encargaba de ver ciertos activos como commodities; mientras FinCEN vigilaba actividades de lavado de dinero Esta fragmentación generó confusión tanto a startups como inversores, sin claridad sobre qué norma aplicar.
No obstante, la ofensiva legislativa actual—con proyectos como el FIT21, el GENIUS Act y la Digital Asset Market Clarity Act—busca establecer límites más definidos entre CFTC, SEC y gobiernos estatales
2. Stablecoins al centro del escenario: avances legislativos clave
El Congreso aprobó en junio y julio de 2025 el GENIUS Act, que exige respaldo uno a uno de stablecoins con dólares o activos de bajo riesgo, y auditable por entidades registradas. Simultáneamente, el Clarity Act apunta a resolver la ambigüedad entre SEC y CFTC sobre jurisdicción de activos digitales. Además, el Anti-CBDC Surveillance State Act prohíbe la creación de una moneda digital de banco central (CBDC) estadounidense, primando las preocupaciones sobre privacidad
Este marco normativo bipartidista representa un consenso sin precedentes, aunque ha sido criticado por obviar ciertos mecanismos de protección al consumidor frente a crisis o fallos de emisión.
3. Ecosistema cripto recupera impulso tras viraje político
Con la administración Trump y el nombramiento de figuras pro-blockchain (como Paul Atkins en la SEC, Hester Peirce al frente de task force y David Sacks como “crypto czar”), se aprecia un giro decidido hacia la promoción de la tecnología, alejándose de la regulación estricta del pasado
Esto se traduce en decisiones concretas como el cierre de investigaciones contra empresas como Coinbase y Robinhood, lo que permite recuperar la confianza de los inversores institucionales y minoristas
4. Oportunidades para la innovación… con advertencias
La nueva regulación permite que instituciones financieras tokenicen productos como fondos del mercado monetario, con iniciativas de bancos como Goldman Sachs y BNY Mellon que respaldan el potencial de interoperabilidad entre activos digitales y finanzas tradicionales
Además, Polymarket, que había sido expulsada del mercado estadounidense, logró reintegrarse gracias a una compra estratégica de un intercambio autorizado por la CFTC, marcando la senda para plataformas de prediction markets dentro de la ley
5. Críticas y riesgos: foco en consumidores y monopolización
Aunque el marco GENIUS promueve transparencia en stablecoins, organizaciones como Consumer Reports advierten que no establece suficiente protección para usuarios minoristas ni regula adecuadamente a grandes emisores o “big tech” que podrían actuar como bancos sin supervisión equivalente
También persisten dudas sobre la capacidad del sistema para evitar riesgos sistémicos si emisores masivos de stablecoins enfrentan crisis de liquidez o colapso operativo.
6. El equilibrio entre privacidad y lucha contra fraude
La legislación reciente resalta la prohibición de CBDC enfocados al consumidor final, en respuesta a temores por vigilancia estatal excesiva. Al mismo tiempo, se discute si el uso de herramientas como mixers puede privar protección legítima o facilitar actividades ilícitas
Este debate entre privacidad y compliance sigue siendo tenso y carece, por ahora, de una visión consensuada.
7. ¿Una ventaja regulatoria frente a Europa?
Mientras la Unión Europea implementa el ambicioso MiCA, con reglas estrictas sobre emisión, capital y transparencia desde diciembre 2024 EE. UU. parece adoptar una estrategia más flexible y centrada en la innovación, lo que podría atraer capital y talento, siempre que se preserve la estabilidad financiera.
8. DeFi y auto-custodia: zonas grises que ameritan vigilancia
Aunque DeFi crece sin regulación directa, se prevén estudios y potencial legislación futura para evaluar su evolución. Mientras tanto, el interés por garantizar el derecho legal a la autocustodia de activos digitales se perfila como una tendencia legislativa relevante
Sin embargo, esta libertad conlleva riesgos, especialmente para usuarios sin experiencia o frente a fallos de seguridad.
9. Perspectiva crítica: ¿es el momento ideal o una ilusión?
Como editorial de opinión, considero que Estados Unidos está dando pasos firmes hacia un modelo regulatorio que equilibra supervisión y libertad de mercado. La coordinación entre agencias y la reciente ley de stablecoins representan avances concretos.
No obstante, la rapidez del proceso, el predominio de grandes firmas internacionales y la ausencia de mecanismos fuertes de protección a pequeños inversores generan preocupación. La norma parece favorecer la escala sin asegurar suficientes cortafuegos ante crisis o abuso.
10. Reflexión final: construir regulación sin detener la innovación
En resumen, el actual momento legislativo en EE. UU. es una oportunidad histórica: por primera vez, se dispone de un conjunto de leyes claras y respaldadas políticamente para regular de forma federal las criptomonedas. Eso ofrece confianza para empresas, mercados e inversores.
Pero el desafío estará en mantener los principios de innovación, libertad financiera y descentralización, sin dejar de salvaguardar consumidores, privacidad y estabilidad. El futuro regulatorio deberá responder a estos objetivos con madurez y equilibrio.
EE. UU. tiene la ocasión de liderar un modelo global de regulación cripto: el reto será hacerlo bien, sin sacrificar ni la protección ni el progreso.
