El 19 de diciembre de 1994, México enfrentó uno de los episodios más críticos de su historia económica: la devaluación del peso frente al dólar, conocida como el “error de diciembre”. Este evento marcó el inicio de una crisis que sacudió a la economía, desató pobreza y generó una ola de incertidumbre que aún hoy resuena en la memoria colectiva.
El contexto político de aquel año ya estaba cargado de tensiones: el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, el levantamiento armado del EZLN en Chiapas y la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Pero la devaluación y sus consecuencias económicas terminaron por desmoronar lo que parecía ser un proyecto modernizador prometedor.
Orígenes del neoliberalismo en México
Las raíces de las políticas económicas que llevaron al “error de diciembre” no comenzaron en 1994. Desde el sexenio de Miguel de la Madrid, México había emprendido un viraje hacia el libre mercado: privatización de empresas estatales, apertura comercial y reducción del aparato gubernamental. Carlos Salinas de Gortari profundizó este modelo al privatizar la banca, ferrocarriles y carreteras, dejando intocadas solo algunas empresas estratégicas como PEMEX y CFE.
El objetivo era claro: convertir a México en un actor competitivo en la economía global. Sin embargo, estas reformas desprotegieron sectores clave de la población y sentaron las bases para la crisis.
El “error de diciembre”: la tormenta perfecta
El detonante de la crisis fue una mala gestión de la política cambiaria. Para sostener la paridad del peso con el dólar, el gobierno agotó las reservas internacionales. Cuando la devaluación se hizo inevitable, los inversionistas extranjeros huyeron en masa, lo que desató un colapso financiero.
La inflación se disparó, los intereses subieron y miles de empresas y familias vieron sus finanzas destrozadas. La “receta” aplicada por el gobierno incluyó rescates bancarios y un préstamo multimillonario del Fondo Monetario Internacional (FMI), que profundizó la dependencia económica del país.
Las consecuencias a largo plazo
A tres décadas de distancia, los efectos del modelo neoliberal instaurado en los años 80 y 90 aún son visibles. Por un lado, México logró estabilidad macroeconómica y control de la inflación, pero esto no se tradujo en una reducción significativa de la pobreza.
La desigualdad económica se amplió, con una concentración de la riqueza en pocas manos. Además, las recurrentes crisis financieras —como la de 2008— evidenciaron que los mercados desregulados tienden a generar inestabilidad global.
Un ejemplo claro fue la privatización de las AFORES, que dejó la gestión del ahorro para el retiro en manos privadas, beneficiando a los grandes capitales pero sin resolver los problemas estructurales de los trabajadores.
¿Cambio de rumbo? El nuevo debate
En los últimos seis años, México ha empezado a tomar un rumbo distinto. La política de incrementos salariales, los programas sociales y el combate a la corrupción buscan redistribuir la riqueza y fortalecer el mercado interno. Sin embargo, el tiempo dirá si este cambio estructural es suficiente para reparar los daños del pasado.
A 30 años del “error de diciembre”, México enfrenta la oportunidad de reflexionar y rediseñar su modelo económico para evitar caer nuevamente en las trampas del neoliberalismo.
El “error de diciembre” no fue solo una crisis económica; fue un punto de inflexión que marcó las debilidades del modelo neoliberal en México. A pesar de las promesas de modernidad, las políticas aplicadas profundizaron la desigualdad y dejaron una deuda social pendiente.
Hoy, con un modelo económico en transición, es fundamental aprender de las lecciones del pasado y priorizar el bienestar de las mayorías para evitar repetir los errores de una política económica que, por décadas, no ha sido suficiente para garantizar estabilidad y equidad.
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