
El Mundial 2026 promete récords deportivos y de audiencia, ya que se ha convertido en un fenómeno social que expone la magnitud de la pasión futbolera a escala global. Veinte millones de solicitudes de boletos bastaron para que la FIFA entendiera que el modelo tradicional de venta ya no era suficiente para responder al fervor de los aficionados más leales.
La respuesta fue una decisión que marca un punto de quiebre en la historia reciente del futbol internacional. En el contexto del Mundial 2026, la FIFA creó una nueva categoría de entradas denominada “grada básica”, con un precio de 60 dólares, válida para los 104 partidos del torneo, incluida la final, un gesto que busca equilibrar negocio y acceso popular.
Esta medida surge después de constatar que el interés por el Mundial 2026 se disparó tras la publicación del calendario oficial, las sedes y las fechas de cada encuentro. La expectativa dejó de ser abstracta y se transformó en una avalancha de solicitudes que obligó a replantear la relación entre la FIFA, las federaciones y los aficionados.
La nueva grada básica y su significado para el aficionado
En el Mundial 2026, la grada básica no es solo una entrada más barata; es una categoría pensada para garantizar que los seguidores históricos de cada selección tengan presencia real en los estadios. Estas localidades estarán reservadas exclusivamente para los aficionados de los equipos clasificados, reforzando el sentido de identidad y pertenencia.
La FIFA explicó que serán las federaciones miembro las responsables de distribuir estas entradas, definir los criterios de asignación y establecer los procesos de solicitud. En el fondo, el Mundial 2026 delega en las estructuras nacionales una responsabilidad que antes recaía casi por completo en el organismo rector.
Para muchos aficionados, esta decisión devuelve algo que se había perdido con el paso de los años: la sensación de que el Mundial 2026 también les pertenece, más allá de los paquetes premium y las zonas preferentes destinadas a patrocinadores y clientes corporativos.
Distribución de boletos y equilibrio económico
El esquema de reparto diseñado para el Mundial 2026 busca un balance entre accesibilidad y rentabilidad. Del total de boletos asignados a cada federación, el 50 por ciento corresponderá a las categorías más económicas: un 40 por ciento para grada asequible y un 10 por ciento para grada básica.
El resto de las entradas del Mundial 2026 se dividirá entre grada estándar y zona preferente, manteniendo la estructura escalonada de precios que ha caracterizado a los grandes eventos deportivos. Sin embargo, el énfasis en las categorías económicas envía un mensaje claro sobre la prioridad del aficionado común.
Este modelo reconoce que el éxito del Mundial 2026 no se mide únicamente en ingresos, sino también en atmósfera, color y autenticidad en las tribunas, elementos que solo los seguidores más fieles pueden garantizar.
Un proceso de solicitud con reglas claras
El proceso de selección aleatoria para el Mundial 2026 ya está en marcha y permanecerá abierto hasta el martes 13 de enero. A diferencia de etapas anteriores, esta fase incorpora un incentivo clave: no se cobrará la tasa administrativa a los aficionados que soliciten boletos a través de su federación si su selección no supera la fase de grupos.
Esta política reduce el riesgo económico para quienes apuestan por acompañar a su equipo en el Mundial 2026, incluso cuando el desempeño deportivo no sea el esperado. Es una forma de reconocer la lealtad más allá de los resultados.
Además, la transparencia en los criterios de asignación busca evitar especulación y reventa, dos problemas históricos que han empañado ediciones anteriores de la Copa del Mundo.
El interés global y la presión sobre la FIFA
Desde el inicio de la tercera etapa de venta, la FIFA recibió 20 millones de solicitudes, una cifra que ilustra la dimensión del Mundial 2026 como evento planetario. Este volumen de demanda no solo supera registros previos, también redefine la forma en que se concibe la experiencia del aficionado.
El Mundial 2026 se perfila como un torneo donde la logística y la gestión del público serán tan relevantes como lo que ocurra en la cancha. Cada decisión, desde el precio hasta la distribución, tiene un impacto directo en la percepción del evento.
Para la FIFA, el reto es monumental: garantizar acceso, seguridad y organización en un torneo expandido, sin perder el espíritu que convirtió al futbol en un lenguaje universal.
Un Mundial que busca reconectar con su esencia
En última instancia, el Mundial 2026 representa una oportunidad para reconciliar al máximo organismo del futbol con su base social. La creación de boletos de grada básica no resuelve todos los problemas, pero sí envía una señal de escucha activa.
El aficionado que ahorra, que sigue a su selección en eliminatorias y amistosos, vuelve a sentirse considerado en el Mundial 2026. Esa reconexión emocional puede ser uno de los legados más importantes del torneo.
Si la estrategia funciona, el Mundial 2026 no solo será recordado por su tamaño y sus cifras récord, sino por haber devuelto protagonismo a quienes llenan las gradas con pasión genuina.