
Sheinbaum abrió una conversación nacional al señalar que los boletos para los partidos del Mundial 2026 resultan inaccesibles para una gran parte de la población. La afirmación no se quedó en una crítica aislada, sino que se convirtió en el punto de partida para reflexionar sobre el sentido social del futbol en un país donde el balón forma parte de la vida cotidiana.
Durante su mensaje matutino, Sheinbaum describió cómo cada Copa del Mundo despierta una energía especial entre niñas, niños y jóvenes. En calles, parques y canchas improvisadas, el futbol se multiplica como un lenguaje común que une generaciones y comunidades enteras.
Para Sheinbaum, el problema no es la celebración del Mundial, sino el riesgo de que se convierta en un espectáculo excluyente. La preocupación central gira en torno a quiénes pueden acceder a los estadios y quiénes quedan relegados a observar desde la distancia.
En ese contexto, Sheinbaum planteó que la justa mundialista debe dejar algo más profundo que resultados deportivos. El verdadero éxito, dijo, estaría en consolidar un legado que impulse la práctica del futbol como herramienta de desarrollo social.
El futbol como motor comunitario
El Mundial tiene la capacidad de transformar rutinas en los barrios, donde cada torneo detona encuentros espontáneos y convivencia colectiva. Desde esta óptica, la fiesta deportiva no debería limitarse a los estadios oficiales.
La visión compartida desde el gobierno apunta a que el futbol fortalezca vínculos sociales y genere espacios seguros para la recreación. Las canchas públicas se convierten así en escenarios de integración y aprendizaje.
Esta perspectiva busca que el entusiasmo mundialista no sea efímero, sino que se traduzca en hábitos duraderos que impacten positivamente en la vida diaria de miles de familias.
El precio de los boletos y la brecha social
Sheinbaum calificó los boletos como “bastante caros”, una frase que sintetiza una inquietud extendida en distintos países. El aumento constante en los costos ha provocado protestas y debates sobre la mercantilización del futbol.
El acceso desigual genera una brecha entre quienes pueden vivir la experiencia en el estadio y quienes solo la siguen a distancia. Esta diferencia alimenta la percepción de que el Mundial se aleja de su esencia popular.
Desde esta postura crítica, Sheinbaum insistió en que el futbol no debe convertirse en un lujo reservado para unos cuantos, sino mantenerse como un bien cultural compartido.
Infraestructura y canchas públicas
Uno de los ejes centrales de la propuesta es la mejora de más de tres mil canchas en coordinación con estados y municipios. El objetivo es dignificar los espacios donde se practica futbol de manera cotidiana.
Estas acciones buscan que niñas y niños tengan instalaciones adecuadas para entrenar y competir, sin importar su contexto económico. La infraestructura deportiva se presenta como una inversión social a largo plazo.
El planteamiento también contempla que estos espacios funcionen como puntos de encuentro comunitario, fortaleciendo la convivencia y la identidad local.
Semilleros y desarrollo juvenil
Sheinbaum destacó la importancia de crear semilleros que permitan detectar y acompañar talento desde edades tempranas. La idea es que el Mundial impulse estructuras permanentes de formación deportiva.
A través de la Conade, se busca establecer vínculos entre estos semilleros y los clubes profesionales. El camino hacia fuerzas básicas se concibe como una posibilidad real para jóvenes con vocación futbolística.
Este modelo pretende democratizar las oportunidades y reducir la dependencia de academias privadas, ampliando el acceso al desarrollo deportivo.
El Mundial Social y la inclusión
Como parte del llamado Mundial Social, se contempla la realización de 73 torneos de futbol en México. Estas competencias estarán abiertas a todas las edades e incluirán a personas con discapacidad.
La iniciativa incorpora además la creación de murales y expresiones artísticas que celebren el futbol como fenómeno cultural. El juego se entiende así como un elemento que trasciende lo estrictamente deportivo.
El enfoque inclusivo busca que el Mundial se viva en comunidad, no solo frente a una pantalla o dentro de un estadio.
Plazas públicas y acceso gratuito
Sheinbaum subrayó que ver partidos en plazas públicas es una alternativa para quienes no pueden pagar un boleto. Estas transmisiones gratuitas amplían el alcance del evento y refuerzan el sentido colectivo.
Sin embargo, la propuesta va más allá de observar partidos. El énfasis está en participar activamente, jugar, organizar torneos y apropiarse del futbol como experiencia social.
El objetivo es equilibrar el espectáculo global con la vivencia local, evitando que el Mundial se perciba como algo ajeno.
La respuesta de la FIFA
Ante las críticas globales, la FIFA anunció la creación de una categoría de boletos denominada “grada básica”. Esta opción busca ofrecer entradas a menor costo para ciertos partidos.
No obstante, la medida es limitada, ya que solo representa un porcentaje reducido del total de boletos disponibles. Esto mantiene vigente el debate sobre la accesibilidad real del evento.
Desde la óptica gubernamental, estas decisiones reflejan la presión social que enfrenta el organismo rector del futbol.
El legado más allá del torneo
Sheinbaum ha insistido en que el Mundial debe ser un punto de partida y no un evento aislado. El impacto deseado se mide en años, no en semanas de competencia.
La construcción de una cultura deportiva sólida requiere continuidad, inversión y visión social. El futbol aparece como una herramienta poderosa para generar bienestar colectivo.
Así, el Mundial 2026 se presenta como una oportunidad histórica para redefinir la relación entre el futbol, la sociedad y el acceso equitativo.
Una discusión que trasciende el deporte
El debate sobre los boletos revela tensiones más profundas entre mercado y derecho cultural. El futbol, en este contexto, se convierte en un espejo de las desigualdades existentes.
La postura crítica no busca cancelar la fiesta, sino ampliarla. El reto consiste en lograr que el entusiasmo mundialista llegue a todos los rincones.
Con este planteamiento, Sheinbaum coloca el foco en el futuro: un futbol que inspire, incluya y deje huella social duradera.