El cerebro, al igual que los músculos, necesita entrenamiento constante para mantenerse ágil, flexible y con buena capacidad de respuesta. Con el paso del tiempo, la falta de estímulos puede ralentizar procesos como la memoria, la atención y la velocidad de pensamiento, pero la buena noticia es que existen hábitos sencillos que ayudan a contrarrestarlo.
Expertos en salud cognitiva coinciden en que combinar movimiento físico, desafío mental y control del estrés es la fórmula más efectiva para fortalecer la memoria y crear una reserva cognitiva sólida, clave para un envejecimiento activo.
Ejercicio aeróbico para cuidar el cerebro
Caminar a paso rápido, nadar o andar en bicicleta estimula el flujo sanguíneo hacia el cerebro. Este aumento de oxígeno y nutrientes favorece zonas clave como el hipocampo, directamente relacionado con la memoria y el aprendizaje.
Cómo hacerlo: Sesiones de 30 minutos, al menos cinco días a la semana.
Cuándo hacerlo: Por la mañana o a media tarde, cuando se necesita mayor claridad mental y energía.

Entrenamiento de fuerza
El trabajo de fuerza no solo mejora la masa muscular. También estimula la liberación de sustancias que reducen la inflamación cerebral y fortalecen las conexiones neuronales. Está vinculado con una mejor planificación, mayor concentración y control emocional.
Cómo hacerlo: Dos o tres veces por semana, con pesas, ligas o ejercicios de peso corporal.
Cuándo hacerlo: En días alternos al cardio, idealmente antes de actividades que requieran toma de decisiones.
Aprender algo nuevo
Iniciar una habilidad desde cero obliga al cerebro a crear nuevas rutas neuronales. Aprender un idioma, tocar un instrumento, cocinar recetas complejas o practicar fotografía activa varias áreas cerebrales al mismo tiempo.
Cómo hacerlo: Práctica constante de 20 a 40 minutos, aumentando poco a poco la dificultad.
Cuándo hacerlo: En momentos de mayor descanso mental, lejos de distracciones digitales.
Meditación y atención plena
El estrés crónico afecta directamente la memoria y el cerebro. La meditación y el mindfulness ayudan a reducir los niveles de cortisol, favoreciendo la concentración y la claridad mental. Además, fortalecen la corteza prefrontal y la toma de decisiones.
Cómo hacerlo: Entre 10 y 15 minutos diarios con respiración consciente o meditaciones guiadas.
Cuándo hacerlo: Al iniciar el día o antes de dormir para mejorar la calidad del descanso.
Juegos de estrategia
Juegos como ajedrez, sudoku avanzado, rompecabezas o juegos de lógica fortalecen la memoria de trabajo y la flexibilidad mental. La clave es evitar la rutina y buscar desafíos nuevos.
Cómo hacerlo: De 15 a 30 minutos por sesión, variando el tipo de juego.
Cuándo hacerlo: En pausas activas durante el día o como parte de la rutina nocturna.
Además del ejercicio físico y mental, existen hábitos diarios que potencian sus efectos:
- Dormir bien: entre 7 y 8 horas por noche es esencial para consolidar la memoria.
- Alimentación equilibrada: prioriza frutas, verduras, pescado, frutos secos y cereales integrales.
- Hidratación constante: incluso una deshidratación leve puede afectar la atención.
- Reducir el multitasking: hacer una cosa a la vez mejora la retención de información.
- Socializar con frecuencia: conversar y compartir experiencias estimula funciones cognitivas clave.
- Mantener rutinas activas: cambiar trayectos, leer géneros nuevos o aprender datos curiosos mantiene al cerebro en alerta.