Las amistades sanas deben brindar apoyo, respeto y alegría mutua. Si después de convivir con alguien te sientes agotado, ansioso o con baja autoestima, podrías estar ante una relación dañina. De acuerdo con la inteligencia artificial, los amigos tóxicos suelen recurrir al sarcasmo, la crítica constante o actitudes manipuladoras que afectan el equilibrio emocional.
Además, la falta de respeto a los límites personales es un foco rojo. Si esa persona ignora tus tiempos, decisiones o necesidades, la relación pierde armonía y puede convertirse en una fuente de malestar continuo.
La falta de reciprocidad y el apego por costumbre
Las amistades auténticas se basan en el dar y recibir. Cuando una de las partes solo aporta sin recibir apoyo a cambio, aparece un desequilibrio que puede derivar en frustración. También existen vínculos que permanecen solo por rutina o conveniencia, sin un interés genuino. En estos casos, vale la pena preguntarse si la relación aporta algo positivo o si simplemente se mantiene por hábito.
Poner fin a una amistad no siempre significa conflicto. Puede ser un acto de autocuidado necesario para priorizar la salud emocional y abrir espacio a relaciones más auténticas y recíprocas. Reconocer cuándo una conexión deja de nutrirnos es el primer paso hacia un entorno más saludable.
