Saldo blanco en CDMX: marcha pacífica de mil mujeres contra violencia

La CDMX reporta saldo blanco tras una marcha de mil mujeres contra la violencia de género, acompañada por 600 policías y sin incidentes relevantes.

Saldo blanco en CDMX: marcha pacífica de mil mujeres contra violencia
Saldo blanco en CDMX: marcha pacífica de mil mujeres contra violencia

Desde tempranas horas, la Ciudad de México se preparaba para una jornada que, como cada año, tensiona emociones, recuerdos colectivos y la exigencia de justicia. Pero esta vez, la historia tomó un giro distinto: autoridades capitalinas confirmaron saldo blanco, un desenlace que no siempre acompaña las protestas contra la violencia de género.

A lo largo del día, más de mil mujeres se desplazaron desde distintos puntos de la capital rumbo al Zócalo. No eran solo cifras; eran voces, pasos, consignas y esperanzas que se tejían entre sí para construir un espacio de memoria y demanda social. La marcha no solo buscaba justicia, sino visibilizar una lucha que reclama urgencia.

Un Zócalo preparado para escuchar

El gobierno capitalino dispuso a 600 mujeres policías para acompañar los contingentes. Su presencia no tenía el objetivo de contener, sino de resguardar. Cada paso estuvo marcado por un ambiente de calma, diálogo y respeto. En los comercios y edificios por donde avanzaba la marcha, se respiraba una mezcla de expectativa y tranquilidad: por una vez, el miedo no dominó la narrativa.

La Secretaría de Gobierno confirmó que este operativo fue diseñado para priorizar la seguridad de las manifestantes, así como de trabajadores y clientes de los establecimientos del Centro Histórico. La estrategia funcionó.

Saldo blanco como reflejo de organización y protesta consciente

A mitad de la jornada, las autoridades ratificaron que continuaba el saldo blanco, una noticia que se replicó rápidamente en redes, medios y grupos comunitarios. El mensaje era claro: cuando hay coordinación, acompañamiento y respeto, el derecho a protestar puede ejercerse en condiciones dignas y sin riesgo.

Este logro no le resta peso a las demandas que llevaron a tantas mujeres a las calles. La violencia de género en México sigue alimentando cifras alarmantes, historias rotas y familias incompletas. Pero esta marcha resaltó algo valioso: incluso en un contexto adverso, la protesta puede ser un espacio seguro para denunciar.

Durante el recorrido, aproximadamente 20 mujeres encapuchadas participaron sin incidentes. No hubo tensiones, no hubo confrontaciones, y el tono de la marcha se mantuvo en un ambiente de resistencia pacífica.

Un día que interpela a todos

Las calles que desembocan en el Zócalo fueron testigo de consignas que resuenan año tras año:

“Ni una menos”, “Vivas nos queremos”, “No estamos todas”.

El eco de esas palabras no es menor. Cada consigna es una historia, un duelo, un deseo de transformar un país que a menudo parece sordo ante el dolor de las mujeres.

El saldo blanco no debe interpretarse como una victoria aislada, sino como una puerta abierta a una nueva manera de gestionar las movilizaciones. La paz no significa que las demandas sean menos urgentes; significa que el espacio para expresarlas puede fortalecerse.

Un operativo que marca precedente

La presencia de mujeres policías tuvo un impacto simbólico y operativo. Muchas de ellas marchaban casi al mismo ritmo que las manifestantes. Algunas incluso compartían miradas de complicidad. Porque, al final, ellas también habitan un país donde la violencia de género no distingue uniformes.

Este acompañamiento permitió que la marcha se desarrollara sin confrontaciones, sin daños, sin caos. Y aunque hubo un grupo minoritario encapuchado, su participación fue pacífica. La narrativa mediática ya no fue sobre destrozos o enfrentamientos, sino sobre un movimiento que eligió la organización colectiva como principal herramienta.

Un saldo blanco que también es un mensaje

Al cerrar la jornada, las autoridades reiteraron el saldo blanco, un dato que no solo se registra, sino que se celebra. Este resultado abre conversación sobre cómo mejorar los protocolos de seguridad, cómo fortalecer el derecho a la protesta y cómo escuchar más y reaccionar más rápido ante las demandas sociales.

Las mujeres que marcharon regresaron a casa con la satisfacción de haber levantado la voz sin miedo. Las autoridades, con la responsabilidad renovada de atender aquello que originó la protesta. Y la ciudad, con una lección: cuando se respeta la dignidad de las manifestantes, la protesta se convierte en un ejercicio poderoso y pacífico de transformación.

Y así concluye esta jornada donde, del inicio al final, el mensaje fue claro: Saldo blanco, pero con demandas que siguen vivas y urgentes.

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