A casi tres años del inicio de la invasión rusa, la guerra en Ucrania continúa escalando, pese a múltiples intentos de diálogo. Esta semana, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, lanzó una advertencia contundente: si no hay avances reales hacia la paz, su país “pasará de largo” y cesará su papel de mediador entre Kiev y Moscú.
Una advertencia con fecha de vencimiento
En una conferencia improvisada desde el Despacho Oval, Trump respondió con firmeza cuando se le preguntó si retiraría el apoyo diplomático:
«Muy pronto. No hay un número específico de días, pero rápidamente. Queremos que se haga», enfatizó.
Trump ha mantenido una postura ambigua desde su regreso a la presidencia. Aunque se ha mostrado optimista respecto al entusiasmo por la paz entre ambas partes, también ha deslizado duras críticas:
«Si una de las partes lo pone muy difícil… vamos a decir: ‘Son unos tontos’ y simplemente nos vamos», sentenció.
El giro diplomático: de bravucón a negociador
Durante su campaña electoral, Trump presumía de que resolvería la guerra en «24 horas». Aunque luego matizó sus declaraciones como sarcásticas, el tono cambió tras asumir el poder en enero. En febrero sorprendió al mantener un diálogo directo con Vladimir Putin, buscando construir puentes que sus predecesores no lograron.
Pero el tiempo apremia. El secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial Steve Witkoff, han intensificado los contactos diplomáticos en París, buscando una última oportunidad para un acuerdo.
Zelensky cede, Putin maniobra
Ucrania aceptó un alto el fuego temporal total, apostando por una solución negociada. Sin embargo, acusa a Rusia de usar la pausa para fortalecerse militarmente. Putin, por su parte, niega jugar con la buena voluntad estadounidense.
La situación es tan frágil como compleja. Ninguna parte quiere ceder terreno, pero todos saben que el apoyo de Washington podría ser clave para cualquier desenlace. Trump lo sabe, y juega su carta: presión diplomática en su máxima expresión.
¿Y si EE. UU. se retira?
La salida de Estados Unidos del proceso de paz podría tener consecuencias graves. Europa, aún dividida sobre su rol, no parece lista para liderar las negociaciones. Mientras tanto, las víctimas del conflicto siguen acumulándose y el invierno vuelve a asomar como un recordatorio del sufrimiento civil.
Trump, fiel a su estilo, quiere resultados rápidos. Pero la historia demuestra que los conflictos internacionales rara vez se resuelven con ultimátums.
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