En México, la soberanía ha sido históricamente un concepto ligado a la independencia de poderes externos. Sin embargo, hay otra dimensión crucial: la soberanía interna, aquella que asegura que el Estado ejerza control y supremacía jerárquica dentro de su territorio.
Hoy, este concepto enfrenta un desafío mayúsculo: el crimen organizado, que ha hecho de muchas regiones del país su propio dominio, debilitando la capacidad del gobierno para garantizar la ley y el orden.
Un nuevo tipo de enemigo: el interno
El mito del «extraño enemigo»
México nació como Estado independiente tras una serie de invasiones extranjeras en el siglo XIX. Desde entonces, el discurso oficial ha enfatizado el riesgo de enemigos externos como la principal amenaza a la soberanía. Sin embargo, en el contexto actual, esta narrativa deja de lado un problema más apremiante: el control interno del territorio.
En municipios y regiones enteras, los cárteles y grupos criminales han desplazado al Estado, estableciendo su propia jerarquía y reglas. La soberanía mexicana no está siendo vulnerada por extranjeros, sino por mexicanos que han optado por actuar fuera de la ley.
La soberanía interna en crisis: realidades preocupantes
¿Quién manda en México?
En muchas zonas del país, el crimen organizado actúa como un Estado paralelo, cobrando impuestos (el llamado «cobro de piso»), administrando justicia a su manera y controlando territorios enteros. Esta situación plantea preguntas fundamentales:
- ¿Puede México considerarse soberano cuando no controla plenamente su territorio?
- ¿Qué tan funcional es el Estado cuando no garantiza seguridad y justicia en amplias zonas?
El costo de la violencia
La inseguridad no solo cobra vidas humanas; también afecta la inversión, la estabilidad económica y la confianza en las instituciones. Según cifras oficiales, el 81% del territorio nacional tiene presencia de 175 grupos criminales, un dato alarmante que revela la magnitud del problema.
Trump 2.0: una amenaza externa que aprovecha la interna
Con la posible llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2025, el panorama se complica. Durante su primer mandato, Trump priorizó el tema migratorio. Sin embargo, en esta ocasión, el crimen organizado y el tráfico de drogas, especialmente fentanilo, están en el centro del debate bilateral.
México bajo escrutinio
Desde la perspectiva de un Washington más agresivo:
- México no controla su territorio.
- El crimen organizado afecta los intereses de Estados Unidos.
Esto podría traducirse en presiones para que México acepte “ayuda” o incluso intervenciones disfrazadas de cooperación.
¿Qué necesita el Estado mexicano para recuperar su soberanía?
- Reconocer el problema:
El discurso debe alejarse de la negación y admitir que el crimen organizado representa una amenaza directa a la soberanía interna. - Fortalecer las instituciones:
Un gobierno fuerte necesita policías capacitadas, sistemas judiciales eficientes y una estrategia clara contra la delincuencia. - Reestructurar la narrativa nacionalista:
En lugar de enfocar la soberanía exclusivamente en amenazas externas, es fundamental priorizar la supremacía jerárquica interna. - Cooperación internacional sin pérdida de autonomía:
Aceptar colaboración no debe implicar la cesión de soberanía. Es posible trabajar con socios internacionales manteniendo el control nacional.
La soberanía empieza en casa
México enfrenta una encrucijada. Mientras el discurso político se enfoca en enemigos externos, la soberanía real se diluye en manos del crimen organizado. Recuperar el control del territorio y garantizar la seguridad de los ciudadanos no es solo una obligación legal, sino una condición indispensable para el desarrollo del país.
El verdadero reto de México no está en las fronteras, sino en su capacidad para ejercer el poder dentro de ellas.
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