La explosión de pirotecnia en la comunidad Ángel Albino Corzo, en La Trinitaria, Chiapas, comenzó como muchas historias en diciembre: con música, fe y la ilusión de celebrar a la Virgen de Guadalupe. Pero en cuestión de segundos, la luz de las veladoras, la cercanía de los cohetes y un descuido bastaron para transformar un momento de devoción en una escena de miedo y confusión.
Las familias habían llegado temprano. Los niños corrían alrededor de la iglesia, los músicos afinaban sus instrumentos y las velas comenzaban a encenderse. Nadie imaginaba que en un cuarto cercano, donde se almacenaban tres paquetes de cohetes —más de 100 docenas—, se gestaba el inicio de una tragedia.
Consecuencias inmediatas de la explosión de pirotecnia
De acuerdo con Protección Civil Estatal, el calor de las veladoras que estaban cerca del depósito de cohetes provocó la explosión de pirotecnia al interior del inmueble. El estallido fue instantáneo: un estruendo seco, seguido de una onda expansiva que sacudió paredes, rompió ventanas y lanzó polvo y escombros por toda la parroquia.
Ocho personas resultaron heridas: adultos que se encontraban rezando, jóvenes que participaban en el festejo y algunos feligreses que apenas llegaban al templo. Los paramédicos atendieron a todos en el lugar; afortunadamente, ninguno reportaba heridas que pusieran en riesgo su vida, pero el susto dejó huella en cada uno de ellos.
Las paredes quedaron agrietadas, dos cuartos terminaron con daños estructurales y una bodega tuvo que ser demolida inmediatamente para evitar un colapso. La iglesia, que horas antes estaba llena de colores, flores y música religiosa, quedó envuelta en cenizas, humo y silencio.
Lecciones tras una explosión de pirotecnia durante festejos religiosos
A mitad de esta historia, la explosión de pirotecnia se convierte en un recordatorio doloroso sobre lo frágiles que pueden ser las celebraciones cuando no se siguen medidas de seguridad adecuadas. Las autoridades lo reiteraron con firmeza: la pirotecnia nunca debe almacenarse en interiores, debe mantenerse lejos de combustibles y jamás puede colocarse cerca de veladoras o fuentes de calor.
La temporada decembrina es una época de luz, pero también de riesgos. Cada año se repiten accidentes similares: hogares incendiados, manos quemadas, explosiones repentinas y tragedias que pudieron evitarse con precauciones básicas.
Protección Civil hizo un nuevo llamado urgente: supervisar el manejo de cohetes, evitar que los niños los manipulen, mantenerlos en lugares ventilados y alejados de cualquier chispa. “La tradición no debe poner en riesgo la vida”, repitieron.
La explosión de pirotecnia como advertencia para futuras celebraciones
Al final del día, la comunidad se reunió fuera de la iglesia aún con el eco del estallido resonando en sus oídos. Había miedo, pero también solidaridad. La gente se abrazaba, compartía agua, ayudaba a remover escombros, ofrecía apoyo a los heridos.
Y entre los murmullos, algo se repetía con fuerza: esto no debe volver a pasar.
La explosión de pirotecnia en Chiapas no solo dejó daños materiales y ocho heridos; dejó una lección colectiva escrita en humo y cenizas. Una advertencia necesaria para cualquier comunidad que celebra con cohetes, luces artificiales o pólvora.
Porque la fe es luz, pero la imprudencia puede convertirla en fuego.
Un antes y un después marcado por una explosión de pirotecnia
La historia de este accidente en La Trinitaria quedará como un punto de inflexión. Desde el inicio, la mitad y hasta el final, la explosión de pirotecnia marcó la celebración, cambió el rumbo de la noche y dejó claro que la tradición no debe ir por encima de la seguridad y el orden. Y en cada fiesta futura, cada cohete que se encienda debe recordarlo creando así conciencia de lo sucedido.
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