Desalojo de refugio en Cuajimalpa dejó al descubierto una grave situación de hacinamiento, insalubridad y presunto maltrato animal, luego de que autoridades ejecutaran una orden judicial para recuperar un predio ubicado en el kilómetro 17.5 de la carretera México-Toluca, en la colonia Lomas de Vista Hermosa, alcaldía Cuajimalpa. Tras la diligencia, cientos de perros y gatos quedaron bajo resguardo de la Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama, que documentó el estado crítico en el que vivían los animales.

Una orden judicial de desalojo que destapó una crisis sanitaria
El operativo se realizó en cumplimiento de una sentencia emitida por el juzgado 60 civil, derivada de un conflicto por la posesión legal del predio donde operaba el llamado Refugio Franciscano de animales. Si bien el objetivo formal era ejecutar el desalojo, la inspección posterior reveló un escenario alarmante que encendió las alertas de organizaciones protectoras y especialistas en bienestar animal.
Durante el recorrido por el sitio se observaron jaulas oxidadas, drenajes colapsados y pisos cubiertos de heces y orines, lo que evidenciaba una falta prolongada de condiciones mínimas de higiene. El ambiente estaba marcado por un hedor persistente, ruido constante de ladridos y signos visibles de estrés en los animales.
Alimentación deficiente y espacios saturados
De acuerdo con la información proporcionada por la fundación, muchos de los caninos eran alimentados con pan remojado en agua, una dieta claramente insuficiente para cubrir sus necesidades nutricionales. Los espacios reducidos provocaban peleas constantes, lo que derivó en heridas por mordeduras entre los propios animales.
El hacinamiento extremo no solo incrementó el riesgo de enfermedades, sino que también complicó la identificación, el control sanitario y la atención individualizada de los perros y gatos que permanecían en el lugar.
Hallazgos médicos preocupantes
Tras asumir el control del refugio, 30 veterinarios realizaron una valoración médica inicial. Los resultados fueron contundentes: se detectaron enfermedades infectocontagiosas como sarna, moquillo, parasitosis y toxoplasmosis, además de lesiones abiertas y signos de desnutrición en varios ejemplares.
La fundación informó que los animales permanecerán bajo su resguardo, donde recibirán atención médica integral antes de ser trasladados a otro espacio adecuado. El proceso incluye tratamiento, recuperación y, eventualmente, programas de adopción responsable, dependiendo de la condición de cada animal.
Diferencias en el número de animales contabilizados
Uno de los puntos que generó controversia fue el número total de animales. Mientras el Refugio Franciscano reportaba una cifra mayor, la Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama contabilizó 759 animales, entre perros y gatos. La presidenta de la organización, Carmela Rivero, atribuyó la discrepancia a un padrón inflado, aunque aclaró que el censo oficial de la PAOT (Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial) aún continúa.
Este dato resulta clave, ya que el número real de animales impacta directamente en la evaluación de responsabilidades, recursos necesarios para su atención y posibles sanciones administrativas o penales.
Silencio sobre el futuro del predio y los cuidadores
La fundación evitó pronunciarse sobre la petición de los cuidadores desalojados para volver a ingresar al predio, así como sobre el destino final del inmueble. Este silencio ha generado inquietud entre activistas y vecinos, quienes demandan transparencia tanto en el proceso legal como en el manejo posterior del espacio.
El caso reabre el debate sobre la fiscalización de refugios de animales, muchos de los cuales operan con buenas intenciones, pero sin la infraestructura, supervisión ni recursos suficientes para garantizar condiciones dignas.
Un llamado urgente a la regulación y supervisión
El desalojo de refugio en Cuajimalpa puso en evidencia una problemática estructural: la falta de mecanismos efectivos de supervisión para centros de resguardo animal. Expertos señalan que, sin controles periódicos, incluso proyectos que nacen con fines altruistas pueden derivar en situaciones de maltrato involuntario.
Este caso subraya la necesidad de políticas públicas claras, padrones actualizados, inspecciones constantes y apoyo institucional para evitar que cientos de animales terminen viviendo en condiciones que atentan contra su bienestar.
El desalojo de refugio en Cuajimalpa no solo resolvió un conflicto legal, sino que destapó una realidad preocupante sobre el trato que reciben cientos de animales en espacios supuestamente destinados a protegerlos. La intervención permitió rescatar a perros y gatos de un entorno insalubre, pero también dejó claro que la protección animal requiere algo más que buena voluntad: exige regulación, vigilancia y responsabilidad constante.