Captura de los “terroristas mexicanos” entrenados en Corea del Norte: La historia detrás de la guerrilla MAR

Captura de los “terroristas mexicanos” entrenados en Corea del Norte: La historia detrás de la guerrilla MAR

En la segunda mitad del siglo XX, un grupo de guerrilleros mexicanos, conocido como el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), surgió como parte de la turbulenta época de las guerrillas en América Latina. Este período, comprendido entre las décadas de 1960 y 1980, se caracterizó por la lucha armada en respuesta a la desigualdad social, la represión política y el auge de la izquierda en el continente, influenciada por el triunfo de la Revolución Cubana. Sin embargo, uno de los aspectos más sorprendentes de este grupo guerrillero fue su entrenamiento en un lugar poco esperado: Corea del Norte.

El MAR y su entrenamiento en Corea del Norte

El MAR fue fundado en 1969 por Fabricio Gómez Souza, un ex estudiante de la Universidad de los Pueblos Patricio Lumumba, ubicada en Moscú, URSS. A diferencia de otros grupos guerrilleros, el MAR tuvo un adiestramiento peculiar. Recibieron formación política y militar en Pyongyang, la capital de Corea del Norte, país que en ese momento apoyaba los movimientos guerrilleros en América Latina. Según un informe desclasificado de la Secretaría de Gobernación, los miembros del MAR pasaron tres años recibiendo capacitación en sabotaje, terrorismo, expropiaciones y técnicas de guerrilla.

Durante su estancia en Corea del Norte, los guerrilleros mexicanos aprendieron tácticas sofisticadas que les permitieron realizar asaltos a bancos, financiando sus actividades y respaldando a otros movimientos de izquierda en México, como la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) de Genaro Vázquez y el Partido de los Pobres de Lucio Cabañas.

La caída de los guerrilleros del MAR

A pesar de su preparación, la guerrilla del MAR no pudo evitar ser capturada por las fuerzas del gobierno mexicano. El 15 de marzo de 1971, en un operativo simultáneo llevado a cabo por la Procuraduría General de la República (PGR), se arrestaron a 20 miembros del MAR en diversas «escuelas de guerrilla» ubicadas en ciudades como Xalapa, Veracruz, Acapulco, Guerrero, Pachuca, Hidalgo y la Ciudad de México. Estas «escuelas» se encargaban de entrenar a nuevos reclutas, utilizando los conocimientos adquiridos en Corea del Norte.

Entre los arrestados, se encontró un gran arsenal de armas, radios de onda corta, cámaras fotográficas y otros equipos que los guerrilleros utilizaban para ocultar su identidad durante los asaltos. Este arsenal también reflejaba la magnitud de la amenaza que representaban para el gobierno mexicano. Sin embargo, la falta de una respuesta contundente a los crímenes del MAR y las cortas sentencias judiciales sorprendieron a muchos.

Sentencias leves y el “soplón”

El caso del MAR terminó con sentencias de prisión que sorprendieron por su ligereza. Aunque los miembros del grupo fueron acusados de conspiración, asalto y homicidio, la mayoría recibió penas de solo 20 años de cárcel, con algunos de los guerrilleros obteniendo beneficios judiciales por colaborar con las autoridades. Entre los detenidos, un miembro apodado «El soplón» fue liberado tras pagar una fianza y revelar información sobre el grupo. Otros miembros también fueron liberados bajo fianza, lo que generó controversia debido a la gravedad de sus crímenes.

Además, durante el proceso judicial, algunos guerrilleros posaron para los fotógrafos haciendo la señal de victoria, lo que añadió un tinte irónico al final de este episodio de la historia mexicana.

La desaparición del Palacio de Lecumberri y el futuro incierto

Después de la detención de los 17 guerrilleros restantes, estos fueron enviados a la famosa cárcel de Lecumberri, conocida por su arquitectura y su papel como prisión de alta seguridad en la Ciudad de México. Sin embargo, no está claro si los prisioneros llegaron a cumplir su sentencia, ya que la cárcel fue cerrada en 1976 y muchos de los casos relacionados con el MAR quedaron sin resolver o archivados en el olvido.

Este episodio, aunque poco conocido en comparación con otras luchas guerrilleras de la época, refleja la compleja relación entre México y los movimientos de izquierda internacionales. El apoyo que algunos países como Corea del Norte brindaron a los guerrilleros latinoamericanos dejó una huella imborrable en la historia reciente de la región.

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