Los archivos del caso Epstein están a punto de convertirse en el centro de una de las votaciones más tensas y simbólicas del Congreso de Estados Unidos en los últimos años. La sesión de este martes podría cambiar para siempre la forma en que el país comprende la red de abuso, tráfico sexual, complicidades políticas y silencios institucionales que marcaron el caso del magnate Jeffrey Epstein, cuya muerte en prisión en 2019 desató más preguntas que respuestas.
La historia no comienza hoy. Comienza hace semanas, entre pasillos, presiones, llamadas furtivas y un torbellino de maniobras políticas que buscaban bloquear el avance de la llamada Ley de Transparencia de los Archivos Epstein. Y aunque parecía imposible, la tormenta cambió de dirección cuando el propio Donald Trump, tras oponerse con fuerza, decidió dar un giro inesperado.
Pero para comprender la tensión de hoy, hace falta retroceder a un momento decisivo.
El momento en que la política dejó de ser teoría y se volvió un dilema moral
En una oficina estrecha y silenciosa del Capitolio, la congresista Ruth Morgan —una legisladora poco conocida fuera de su distrito— revisaba una y otra vez los documentos preliminares del proyecto de ley.
En cada página veía nombres, fechas, testimonios parciales, correos electrónicos y trazos de una red de explotación que, durante años, operó en total impunidad.
En ese instante, Morgan comprendió algo que muchos legisladores todavía preferían ignorar: votar sobre los archivos Epstein no era solo votar por transparencia, era enfrentar décadas de silencios y complicidades políticas que cruzaban partidos, élites financieras y círculos de poder internacionales. Ese dilema moral se extendió por todo el Congreso.
Mientras tanto, entre los pasillos del poder, el equipo de Trump presionaba con fuerza para evitar que el proyecto avanzara. Algunos republicanos temían que la divulgación de los documentos pudiera poner al descubierto episodios incómodos del pasado, especialmente después de que correos electrónicos mencionaran al propio Trump como alguien que “sabía sobre las chicas”. El expresidente lo negó con firmeza.
Pero el escenario cambió rápido.
La batalla política por los archivos del caso Epstein
La presión llegó a tal punto que Trump terminó por ceder. “El público debe conocer la verdad”, declaró el domingo, cuando más de cien republicanos estaban listos para desafiarlo en la votación.
Así, los archivos Epstein pasaron de ser un tema incómodo a un símbolo de fractura política: unos acusaban a Trump de querer ocultar información; otros afirmaban que los documentos expondrían más bien a demócratas de alto perfil, como Bill Clinton o Larry Summers, quien incluso anunció su retiro de la vida pública tras la filtración de correos que lo vinculaban con Epstein.
Demócratas y republicanos, cada uno con su propia narrativa, coincidieron en algo por primera vez en años: el tema ya no podía ocultarse.

Las víctimas toman la palabra: el día que dejaron de ser estadísticas
Cuando Haley Robson, quien fue reclutada por Epstein a los 16 años, tomó el micrófono en una conferencia previa a la votación, la sala quedó en silencio. “No soy estúpida”, dijo con firmeza.
“Estoy cansada de las excusas. Quiero saber qué ocurrió, quién lo permitió y por qué nadie hizo nada durante tanto tiempo”.
Su testimonio, junto al de otras víctimas, transformó la votación de un acto político a un acto de justicia.
Durante años, más de mil presuntas víctimas han exigido que el material se haga público: nombres, correos, movimientos financieros, registros de vuelos, bitácoras de visitas. Ellas aseguran que esos documentos contienen las claves para entender cómo operó una red criminal que involucró a empresarios, académicos, políticos, celebridades y figuras influyentes en Estados Unidos y el extranjero.
Una votación que podría sacudir al país entero
Si la Cámara de Representantes aprueba la iniciativa, el Senado deberá enfrentar presiones aún mayores. Trump podría intentar bloquear la divulgación, pero en vísperas de las elecciones de medio mandato, un veto sería políticamente explosivo.
Marjorie Taylor Greene —una aliada política convertida en crítica— afirma que la ruptura reciente con Trump se debe precisamente a este proyecto.
“El verdadero examen será si el Departamento de Justicia cumple con la divulgación”, dijo.
Y esa es la clave: incluso si el Congreso exige publicar los documentos, nada garantiza que el Departamento de Justicia entregue todo sin reservas.
Una verdad que ya no puede esconderse
Hoy, Estados Unidos mira hacia el Congreso con una mezcla de expectativa y temor.
Los archivos del caso Epstein, mencionados al inicio de esta historia, regresan en este cierre para subrayar que lo que está en juego no es solo la reputación de políticos o figuras públicas.
Es la verdad.
Es saber cómo una red criminal pudo operar durante años sin ser detenida. Es escuchar a las víctimas, al fin, sin filtros.
Es enfrentar un pasado incómodo que podría transformar el futuro del país. Y pase lo que pase hoy, algo es seguro: los archivos Epstein ya no podrán volver a la sombra.