El precio de la plata acaba de escribir una nueva página en la historia de los mercados financieros. Por primera vez, este metal precioso superó la barrera simbólica de los 75 dólares por onza, alcanzando los 75.15 dólares durante la sesión asiática en Tokio. El hito no solo marca un récord nominal, sino que confirma un cambio profundo en la percepción global de la plata como activo estratégico.
El movimiento ocurre en un contexto donde los inversionistas buscan refugio frente a un escenario internacional cargado de incertidumbre económica, tensiones geopolíticas persistentes y señales de desaceleración en varias economías clave. Como resultado, los metales preciosos y los industriales han entrado en una fase de máximos históricos que no se veía desde hace décadas.
¿Por qué la plata supera los 75 dólares por onza?
El ascenso del precio de la plata no es un fenómeno aislado ni repentino. Durante los últimos meses, el mercado ha ido acumulando presión alcista por varios factores estructurales:
Primero, la incertidumbre geopolítica ha incrementado la demanda de activos considerados refugio. Conflictos internacionales, tensiones comerciales y una creciente fragmentación del orden económico global han llevado a los inversionistas a diversificar fuera de activos tradicionales.
Segundo, la demanda industrial de la plata sigue aumentando. Este metal es clave en sectores estratégicos como la energía solar, la electrónica avanzada, los semiconductores y la movilidad eléctrica. A diferencia del oro, la plata combina su rol financiero con una utilidad industrial real, lo que amplifica su atractivo en ciclos de transformación tecnológica.
Tercero, la oferta limitada ha jugado un papel decisivo. La producción minera de plata no ha crecido al mismo ritmo que la demanda global, lo que genera un desequilibrio que presiona los precios al alza.
Oro y plata: máximos históricos en paralelo
El récord del precio de la plata coincide con un momento igualmente histórico para el oro. El metal dorado alcanzó los 4,531.04 dólares por onza, consolidando su posición como valor refugio por excelencia. Este comportamiento paralelo refuerza la narrativa de que los mercados están anticipando un periodo prolongado de volatilidad económica.
Sin embargo, muchos analistas señalan que la plata tiene aún mayor margen de crecimiento relativo. Históricamente, cuando los metales preciosos entran en ciclos alcistas, la plata tiende a registrar movimientos más agresivos que el oro, tanto al alza como a la baja.
El impacto del récord en inversionistas y mercados
A mitad de este ciclo alcista, el precio de la plata ya no es solo una referencia financiera, sino una señal de alerta para los mercados globales. Fondos de inversión, bancos centrales y pequeños inversionistas están reevaluando sus estrategias ante un metal que ha dejado de ser secundario frente al oro.
Para los inversionistas institucionales, la plata representa una cobertura contra la inflación y la devaluación monetaria. Para el mercado minorista, el récord refuerza la percepción de que los metales físicos y los instrumentos respaldados por commodities vuelven a ocupar un lugar central en los portafolios.
¿Qué puede pasar con el precio de la plata en 2025?
Las proyecciones apuntan a un escenario de alta volatilidad. Si la incertidumbre global persiste y la demanda industrial continúa creciendo, el precio de la plata podría consolidarse por encima de los 70 dólares e incluso buscar nuevos máximos.
No obstante, los expertos advierten que también podrían presentarse correcciones técnicas a corto plazo, especialmente tras un rally tan acelerado. Aun así, el consenso es claro: la plata ha cambiado de nivel y difícilmente regresará a los rangos que dominó durante años.
Un metal que vuelve al centro del escenario global
El hecho de que la plata haya superado los 75 dólares por onza no es solo una cifra simbólica. Es el reflejo de un mundo en transformación, donde los metales vuelven a ser protagonistas en medio de la desconfianza hacia los sistemas financieros tradicionales.
En este nuevo contexto, el precio de la plata se convierte en un termómetro económico y geopolítico, capaz de anticipar movimientos más amplios en los mercados globales. Su récord histórico no marca un final, sino el inicio de una nueva etapa donde la plata vuelve a brillar con fuerza propia.
