La crisis laboral en México volvió a dejar una huella profunda en uno de los sectores que tradicionalmente impulsan la economía nacional: la construcción. Los datos más recientes del Inegi confirman un fenómeno que ya no puede interpretarse como fluctuación temporal, sino como una tendencia que se ha arraigado con fuerza. En septiembre, el valor de producción de las empresas constructoras cayó 15.4% anual, acumulando 17 meses consecutivos de retrocesos.
Pero esta historia no se entiende únicamente revisando cifras: se vive también desde las calles, desde los proyectos que comienzan a detenerse, desde los obreros que ven reducirse sus horas o que reciben avisos de suspensión temporal. La crisis laboral inició como un susurro hace meses, pero hoy ya es un estruendo que perfila un fin de año tenso para miles de trabajadores.
Inegi confirma la gravedad de la crisis laboral en el sector
Los Indicadores de Empresas Constructoras (Enec) dibujan un escenario claro:
la actividad productiva sigue frenada y ya se ubica en niveles comparables a finales de 2022, antes del impulso generado por grandes obras públicas. Con cifras desestacionalizadas, septiembre mostró una caída mensual de 1.5% en el valor de producción, encadenando tres lecturas negativas consecutivas.
En medio de estos números, el empleo se mantiene como la parte más delicada. La crisis laboral se refleja en todos los rubros:
– el personal ocupado total no crece
– el personal dependiente baja 0.1%
– los administrativos caen 0.8%
– otros trabajadores sin remuneración retroceden 2.7%
Solo los obreros muestran un ligero repunte de 0.2%, un dato positivo que no logra compensar la caída anual del 9.9% en el empleo total.
A mitad de la nota, la crisis laboral ya se consolida como el hilo conductor. Los trabajadores no solo enfrentan una reducción de oportunidades, sino también un entorno cada vez más inestable.
Producción y horas trabajadas: el ciclo descendente que afecta a miles
La crisis laboral se agrava por la caída simultánea en otro indicador clave: las horas trabajadas. En septiembre retrocedieron 0.1% mensual y 11.2% anual. Este desplome significa menos días de trabajo, menos ingresos y, por consecuencia, una presión creciente sobre los hogares vinculados a la industria.
En términos de producción, la situación tampoco mejora: el valor generado por la construcción cayó 15% anual en cifras originales. Aunque las remuneraciones muestran un repunte de 4.4% anual, este incremento no compensa la pérdida de empleo ni el menor flujo de actividad.
La historia que cuentan estas cifras es la de un sector que avanza como si cargara un lastre demasiado pesado. Nada indica aún un punto de inflexión claro, y los datos oficiales sugieren que el cierre de año podría estar marcado por la continuidad de la tendencia negativa.
¿Qué explica el estancamiento y por qué la crisis laboral se profundiza?
El comportamiento descendente comenzó en abril de 2024, cuando se apagó el impulso derivado de las grandes obras públicas. La dependencia excesiva de megaproyectos genera ciclos acelerados: crecimientos abruptos, seguidos de descensos igual de pronunciados.
A esto se suma el escenario macroeconómico: inversión privada más cautelosa, encarecimiento de materiales y una cadena de suministro aún afectada por variaciones globales. El resultado es un panorama donde se construye menos, se trabaja menos y se contrata menos.
Por eso la crisis laboral no es solo un síntoma, sino un indicador adelantado del deterioro general del sector.
Un cierre complejo: la crisis laboral marcará el rumbo del sector
A medida que se acerca el final del año, la crisis laboral se perfila como el principal desafío para la construcción mexicana. Los números del Inegi son una alerta temprana sobre un ecosistema productivo que necesita nuevas fuentes de inversión, mayor estabilidad regulatoria y un enfoque renovado para reactivar la obra privada.
Si septiembre ya anticipaba el deterioro, los meses siguientes dependerán de qué tan rápido se ejecuten proyectos pendientes y de la capacidad de generar certidumbre económica.
Al concluir esta historia, la crisis laboral sigue siendo la palabra que sintetiza el momento actual: un reto que impacta a miles de trabajadores, que redefine la dinámica del sector y que exige acciones inmediatas para evitar que se profundice en 2026.
