No es un caso aislado, es un patrón alarmante. La confirmación del dopaje de Jaime Munguía por testosterona exógena no solo hunde su carrera, sino que arroja una sombra de duda insostenible sobre todo el equipo de Eddy Reynoso y Canelo Álvarez.
El resultado del laboratorio es frío, concluyente y devastador. La Muestra B del boxeador mexicano Jaime Munguía ha confirmado lo que la Muestra A ya había gritado: la presencia de testosterona exógena en su organismo. Este hallazgo, posterior a su combate de revancha contra Bruno Surace en mayo, no es solo una mancha en el récord de un atleta; es un nuevo y preocupante capítulo en una saga de sospechas que envuelve a uno de los campamentos más exitosos y escrutados del boxeo moderno: el Canelo Team.
El Hecho Innegable: Testosterona en el Sistema
Los detalles son claros. Tras su victoria por decisión unánime sobre Bruno Surace, una prueba antidopaje arrojó un resultado analítico adverso. La sustancia detectada, testosterona de origen exógeno, es un esteroide anabólico prohibido que mejora el rendimiento. La confirmación a través de la Muestra B, cuya apertura fue presenciada por el propio Munguía en un gesto de transparencia, cierra la puerta a errores de laboratorio y abre una crisis de credibilidad.
La defensa del equipo de Munguía se ha aferrado a una narrativa cada vez más familiar y problemática en el boxeo: la «contaminación». En un comunicado, el equipo reiteró su «creencia firme de que este resultado fue causado por contaminación» y que Munguía «no ingirió de forma consciente o intencionada ninguna sustancia prohibida». Esta defensa, aunque posible, se está convirtiendo en un tropo peligrosamente común. Su uso repetido, especialmente por parte de un mismo círculo de atletas, desensibiliza al público y a las autoridades, creando un escenario donde el dopaje flagrante podría esconderse detrás de una excusa conveniente, minando la integridad de todo el sistema antidopaje.
La Sombra del «Canelo Team»: Un Patrón que No se Puede Ignorar
Este caso no puede ser analizado en el vacío. Jaime Munguía, de 28 años, entrena bajo la tutela de Eddy Reynoso, el mismo estratega detrás de la carrera de la superestrella Saúl «Canelo» Álvarez. Esta conexión es el epicentro de la controversia, ya que revive fantasmas del pasado.
* Canelo Álvarez: En 2018, dio positivo por clembuterol, una sustancia prohibida. Su defensa se basó en la ingestión de carne contaminada en México, un argumento que generó un intenso debate pero que finalmente resultó en una suspensión de seis meses.
* Óscar Valdez: Otro pupilo de Reynoso, dio positivo por fentermina en 2021, antes de una defensa de su título mundial.
* Luis Nery, Julio César Martínez: Otros boxeadores vinculados al establo también han enfrentado controversias por dopaje.
El equipo de Munguía ha intentado levantar un cortafuegos, declarando que «Eddy Reynoso sirve únicamente como entrenador de Jaime. No está involucrado en su nutrición, suplementación o supervisión médica». Esta declaración es una maniobra legal y de relaciones públicas calculada. Pretende crear una separación artificial entre el responsable del rendimiento físico (el entrenador) y los medios para lograrlo (nutrición y suplementos), una distinción que en la práctica del alto rendimiento es casi inexistente. Es una estrategia diseñada para proteger la figura central del campamento, Reynoso, y a su activo más valioso, Canelo, de las consecuencias del escándalo.
> «Estoy con [Munguía] al 100%, pero solo él sabe lo que pasó… Eddy no le da su comida.» – Saúl «Canelo» Álvarez.
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El Veredicto del Juez: Credibilidad en la Lona
La reacción de Canelo Álvarez es una clase magistral de maniobra política. Expresa lealtad a su compañero de equipo («estoy con él al 100%») mientras simultáneamente crea distancia («solo él sabe lo que pasó») y refuerza la narrativa de la «responsabilidad individual» para proteger a su entrenador. En efecto, posiciona a Munguía como un actor aislado en lugar de un síntoma de un posible problema sistémico.
Las consecuencias para Munguía son graves: la anulación de su victoria contra Surace y una suspensión que podría extenderse hasta por un año son posibilidades reales. Pero el daño mayor es a la reputación. Para un campamento que se enorgullece de su disciplina y éxito, este patrón de resultados adversos es una mancha que no se borra fácilmente. El veredicto es que la credibilidad del Canelo Team está en la lona. La defensa de la «contaminación» ha perdido su fuerza por repetición, y ahora, cada victoria, pasada y futura, será vista a través de un lente de escepticismo. La sombra de la duda es larga y, en el boxeo, a menudo es más difícil de vencer que cualquier oponente en el ring.
